Si se encontraren diez justos en la Gran Sodoma de la aldea global. Dios no la destruiría.

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Si se encontraren 10 justos en la Gran Sodoma de la aldea global. Dios no la destruiría.

La Gran Sodoma de hoy es una aldea que se llama planeta tierra y en el instante en que escribo, cuenta con una población de siete mil setecientos cincuenta y ocho millones treinta y siete mil doscientos dieciocho (7 758 037 218) personas aproximadamente porque esta cifra se renueva cada segundo con los nacimientos y las muertes.

Se cierne sobre el mundo la destrucción por efecto intencional del hombre, por su negligencia, por su despreocupación, por su irresponsabilidad, por su descuido, por su odio, por su ambición, y su egoísmo; y conociendo todo esto, por sentencia de Dios.

La palabra de Dios se cumple irremisiblemente, salvo que Dios es soberano y el soberano puede hacer lo que quiera, cuando quiera.

Dios estaba resuelto a destruir a Sodoma y a Gomorra por la maldad sin límites y lo aberrante de sus actuaciones. No obstante, se detuvo a escuchar la súplica que Abram, su siervo escogido, quería elevarle.

Abram deseaba profundamente que Sodoma no fuera destruida, e insistía tanto con Dios en eso, que él mismo, se consideró insolente ante Dios por su insistencia.

La insolencia de Abram le llevó a cuestionar incluso, la justicia de Dios, cuando le” “increpo” Gn 18:23 Y se acercó Abrahán y le dijo: «¿Acaso vas a destruir al justo con el injusto? 24 Tal vez haya cincuenta justos en la ciudad. ¿Acaso destruirás ese lugar, y no lo perdonarás por los cincuenta justos que estén allí adentro? 25 ¡Lejos sea de ti hacer morir al justo con el impío, y tratar al justo como al impío! ¡Jamás hagas tal cosa! ¿Acaso el Juez de toda la tierra no debe hacer lo que es justo?»

A esto, la Biblia relata que: 26 El Señor respondió: “Si dentro de la ciudad de Sodoma encuentro a cincuenta justos, por ellos perdonaré a todos los que estén allí.»
Abram seguía insistiendo, de ahí, que llegó a la cantidad de diez justo y no se hallaron por lo que no tuvo más remedio que volver “frustrado” a su casa.

Ya conocemos el resultado de los acontecimientos a partir de ese momento.
La aldea terrestre hoy, está peor que Gomorra o Sodoma en todos los sentidos. Dios ha sentenciado, (dado las señales), a la destrucción. Sin embargo, aún tengamos la promesa de Dios sobre la destrucción, no significa necesariamente que Dios nos destruirá irremisiblemente. Admitirlo asi seria cuestionar la soberanía de Dios.

Ya tenemos el ejemplo de Nínive. Dios Mandó a Jonás a anunciarle su destrucción. No mando ni siquiera a que se arrepientan. Eso pudo intuir Jonás que, dada la gran misericordia de Dios, pudiere arrepentirse de esa sentencia de destrucción y perdonarlos. Lo que disgustaba grandemente a Jonás, quien deseaba su destrucción total.

Sin embargo, a pesar del disgusto y desgana que intuimos tuvo Jonás al predicar en contra de su voluntad, Nínive se arrepintió, desde el Rey hasta el más humilde, se vistieron de cilicio y se sentaron sobre cenizas arrepintiéndose de corazón y como Dios lee los corazones se dio cuenta que su arrepentimiento era autentico.

Como lo fue la Súplica del Rey Ezequías cuando Isaías le anuncio que moriría producto de la enfermedad que tenía. Sin embargo. no había salido del patio del palacio, cuando el Señor trajo palabras a Isaías para que volviera y le anunciara la rey que el Señor dada sus suplicas le habían concedido 15 años más.

Por eso, aunque todos los que creemos lo que la palabra nos dice y nos habla de la destrucción de este mundo, tenemos la esperanza que el Señor igual que le dio a Nínive y al Rey Ezequías, nos de otra oportunidad, pero puede ser a condición de que aquí se encuentren los justos, que le requirió a Abram que le señalara en Sodoma.

Habrá los cincuenta justos en esta aldea, tal vez cuarenta, treinta, veinte o diez.
Mi exhortación es que no lo busquemos fuera, sino que hagamos un viaje al centro de nuestro corazón y desde ahí implorando asistencia divina empecemos a construir el justo que nos requerirá el Señor.

¡Que Dios te bendiga hoy por y para siempre!
Hasta la próxima.
Dario Nin

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