Jose Fco. Peña Guaba. Presidente del Bloque Institucional Socialdemocrata (BIS)
En audio

Santo Domingo, 18 de junio 2020.-
La despiadada batalla contra todo
Por: José Francisco Peña Guaba
El glorioso (PRD) fue una escuela política de hombres y mujeres dignos, que dieron todo por su patria. Eran soñadores, la mayoría no luchó por obtener recursos económicos. Son contados con las manos los que se hicieron de patrimonios jugosos en los gobiernos del “partido de la esperanza nacional”. Eso es lo más penoso, ver cómo gente seria se dejó inocular el germen de la división y la traición después de tanto luchar en unidad. Mirando en retrospectiva todo lo que hicieron, estos hombres y mujeres son gigantes, en nada parecidos a los políticos actuales.

Enfrentaron con gallardía la tiranía de Trujillo y la semi-dictadura de Balaguer. ¡Qué osados eran! Parecían no conocer el miedo. Si muchos de los actualmente encumbrados en el poder supieran lo que costó esta democracia, no fueran tan déspotas, prepotentes y engreídos.

En el viejo perredé sabíamos que éramos, por mucho, mayoría. Cuando solíamos visitar los barrios, como frecuentemente se hacía, eran verdaderos mares humanos que se agolpaban para ver o saludar a nuestra dirigencia y, si era el líder quien encabezaba alguna actividad, era un acto multitudinario y de un desbordamiento pasional hasta el paroxismo. Los hombres servían de guardia pretoriana, caminando al son de tambores populares y de damas llenas de júbilo. Al paso de “los blancos” temían hasta los generales…

Ese era el PRD, el partido que escribió las páginas más gloriosas de esta media isla, que hizo las epopeyas políticas más heroicas que se recuerden. Era tanta la vehemencia en la lucha por conquistar la democracia, que en ese frenesí de ideales perdíamos por momentos el sentido de la realidad.

No era para menos. Cuando convocábamos los mítines, sin recursos, sin pagarle un peso a nadie, llegaban decenas y decenas de miles de dominicanos, erguidos y llenos de amor a su partido y a su líder, personas a quienes no les importaban ni el peligro ni las acechanzas. Teníamos razones para sentirnos triunfalistas, porque si nos robaban las elecciones hoy, estábamos resueltos a seguir trabajando mañana. Nada nos amilanaba, pero sufrimos mucho porque la oligarquía, los neo trujillistas y una parte de la izquierda insensata, se unían para robarle a la democracia lo más preciado, la voluntad libérrima del soberano.

Hoy no existen las mismas razones, aunque lamentablemente persisten los mismos males. Son escasos los patriotas. Los políticos, de ocasión, se lucha solo por el poder mismo. No caben triunfalismos innecesarios, los gobiernos están llenos de tecnócratas, de pseudo políticos enganchados al oficio que se guían por el interés mercurial. No tienen pasiones, son fríos como tumbas, solo saben ver resultados y no les importa cuántos heridos dejen en el camino.

Hay que luchar contra gente que no considera a nadie, que no respeta amistad, que pisotea, que humilla, que enrostra un poder mal habido gracias a inconfesables relaciones presidenciales. No es momento de optimismo subjetivo, muy por el contrario, se deben observar y comprender penosas realidades.

Nosotros, desde la oposición, tenemos que saber que estamos ante un sistema de partido predominante o hegemónico, que controla casi todos los poderes públicos, que le hizo al gobierno tres pisos. La realidad del actual frente a la del 2000 es como de la Tierra al cielo: se triplicó la nómina pública, ni decir del presupuesto nacional, hoy reciben beneficios directos del gobierno más de 3 millones de dominicanos. Solo hay que sumar para saber a lo que nos enfrentamos el 5 de julio.

El Partido de la Liberación (PLD) es el gobierno y el gobierno es el PLD. No lo duden, yo estuve ahí 20 años, “conozco al monstruo porque viví en sus entrañas.”

Lo que estoy viendo es que se va a necesitar el liderazgo y la experiencia de Leonel para conducir un proceso que, al parecer, va más allá de una candidatura presidencial. Todo indica que habrá una lucha cívica por mantener los valores democráticos. Se ciernen sobre los cielos de la Republica inmensos nubarrones, que pueden hacer colapsar lo que nos queda ya de democracia.

Luis Abinader, que hasta ahora ha sido el abanderado del cambio, va a tener que sacar actitud y coraje y actuar con inteligencia para reconocer la realidad de hoy. El PLD -Gobierno está decidido a dos cosas: o a ganar o a boicotear las elecciones. Cuando esto suceda, Leonel y Luis tendrán la responsabilidad histórica de salvaguardar la democracia.

Lejos de triunfalismos sin sentido, es momento de construir puentes de unidad, no importando lo que suceda el día 5 de julio. No me cabe la menor duda que si a partir de ahí, si se celebran o no, deben caminar juntos para darle un respiro a este pueblo, que tanto lo necesita.

Diferente inclusive a lo que representó el hoy Presidente, que hizo su carrera en su partido desde guardia raso, lo que plantea el PLD “de las nuevas ideas” es el concepto de la corporativización de la política.

Este pueblo no está ciego. No es que le falta dignidad sino que tiene hambre. Es que la pobreza económica le acompaña y la indigencia está al doblar la esquina. No podemos juzgar con dureza a nuestros compatriotas, cuando quienes critican tienen sus “tres calientes” aseguradas.

Es hora de actuar con pasos firmes, con sensatez pero sin miedo y el que no sepa qué hacer, que se ponga a un lado y que aprenda, porque no son tiempos de improvisaciones. Debemos tratar de prepararnos para una crisis post electoral, una como la que se avecina.

Porque no será fácil salir bien librado de una batalla contra un ejército de más de 600 mil empleados públicos, más 60 mil adicionales en los ayuntamientos de los morados, más de 950 mil tarjeta-habientes del programa “Solidaridad”, 650 mil aproximadamente de “Quédate en cada”, más de 200 mil del “Pa’ Ti” (programa de apoyo a trabajadores informales); más de 500 mil en el programa “FASE” (Fondo de asistencia solidaria al empleado); más de 1,700 suplidores en el programa de alimentación escolar del INABIE; 75 mil beneficiarios directos de las visitas sorpresas y miles de contratistas de obras y proveedores del Estado.

Pero tenemos que inspirar a los que no van a vender su conciencia, aquellos que pese a su necesidad votarán por lo que más le conviene al País, no podemos mentirle a nuestro ejército, a la militancia, hay que prepararla para la batalla electoral, no decirle que será fácil porque no lo será, con un optimismo realista debemos hacerles entender que los necesitamos a todos y que cada voto cuenta.

Sacar a los actuales inquilinos del Palacio es una de las acciones más difíciles que habremos hecho, pero la suerte, la verdad y la historia están de nuestro lado.

Ahora bien, para encabezar el liderazgo opositor se necesita una acción muy pero muy responsable, coherencia, capacidad de análisis y oír críticas o sugerencias, más importante aún es servir de ente unificador y para ello deberá ganar mucha credibilidad entre los actores políticos para que lo ayuden a ganar, nadie entregará su apoyo en un pleito tan desigual a quien no genere confianza.
Sacar al PLD del gobierno es cosa difícil. ¡Es la conjunción o suma de poder y dinero en manos de gente inteligente, no lo duden!

Esta decisión de sacar a la cúpula palaciega nos lleva a la madre de las batallas, porque vienen con todo, hemos de cooperar si nos toca hacer esfuerzo por la unidad monolítica de todos los que creemos en una democracia plena, pero la mayor cuota de responsabilidad en la segunda vuelta le tocará a quien clasifique, que por muchísimas razones convendría que sea Leonel; de él sabemos que condiciones le sobran. De ser el abanderado del PRM, aunque reconozco su esfuerzo titánico, deberá entender más que nunca el papel que le asiste. Hago mías las palabras del orador-motivador estadunidense Jim Rohn: “El desafío del liderazgo es ser fuerte pero no grosero, amable pero no débil, reflexivo pero no perezoso, confiado pero no arrogante, humilde pero no tímido, orgulloso pero no arrogante, tener humor pero no parecer necio.”
JFPG. Dan/Sfd

SHARE