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Santo Domingo, 19 de Julio 2020.-
Por Darío Nin
Los atajos conducen al infierno
La vaca no da la leche, si no te levantas a ordeñarla, caminado entre el estiércol y matando mosquitos la mayoría de las veces. Los tostones de plátano no te los hubiese podido comer si antes alguien no prepara la tierra, siembra la cepa y cuida la mata hasta que el fruto este de provecho, lo corta, lo saca del campo, lo lleva al camión, lo traen al mercado lo venden al
colmadero y finalmente el delivery lo lleva a tu casa.
Y tú te quejas porque tienes que pelar el plátano para hacer los tostones que disfruta comer; pero es mejor si otro lo hace. ¿Verdad? Todo el mundo añora un empleo, pero nadie quiere el trabajo que el empleo conlleva. Todo el mundo añora vivir bien, pero desechan el sacrificio que trae el buscar el bienestar.
En mi época de niño teníamos toda clase de carencias, y por las noches al no tener televisión nos reuníamos a hacer cuento bajo la luz de un poste eléctrico. Antes de iniciar la ronda de cuentos (corridos) había una anécdota con una moraleja obligada: “Si te pierdes en un bosque y de repente tienes ante ti dos caminos, uno ancho, limpio y lleno de flores y uno estrecho y lleno de espinas; ¿por cuál coges? Todos respondíamos que el estrecho y lleno de espinas, porque el ancho y fácil estaba puesto por el enemigo de Dios para hacernos caer en su trampa. Con esa convicción crecí, sospechando de todo lo que parece fácil, porque hay una trampa tendida en algún lado.
Estamos en tiempos difíciles, aún no hemos tocado fondo, pero esta pandemia está dispuesta a mandarnos a las cavernas. Imaginen un aislamiento de esta isla, sin un barco que al puerto tire anclas o ate amarras, sin un avión que despegue o aterrice, sin gasolina, gas o petróleo, sin trabajo y sin tecnología; con eso solo, en tres meses de inactividad, volvemos a las cavernas y peor, porque el hombre de la caverna estaba preparado para vivir en ese ambiente hostil, nosotros hemos sido formado en lo fácil, nadie nos ha preparado para lo realmente difícil.
La pandemia no nos ha enseñado su colmillo, sólo ha comido con los incisivos, los dientes que desgarra no lo hemos sentido, Aquí no ha escaseado nada, todo se ha conseguido con algún grado de inconveniente mínimo (la fila) pero se ha conseguido; ha habido para todos, en todos los momentos,
Pero piense por un momento que no pueda entrar ni salir nadie de esta media isla, como ya algunos países han decretado, no viajes a dominicana, no entrada de dominicanos. Ahí empezaremos a ver los colmillos de la crisis, ahí empieza la puerca a torcer el rabo.
Todos queremos salir de la crisis, pero nadie quiere pagar nada, es como el deudor moroso y mala paga; sabe que debe, pero dice que no tiene con qué pagar, pero tiene el carro, buenos cuadros, bienes muebles e inmuebles, pero no quiere salir de lo que tiene para pagar, quiere pagar cuando consiga, sin sacrificio, pague y le sobre. Entonces le embargaran y se le caerá la apariencia y se viste vergüenza y pena.
Todos queremos que esto pase, pero sin sacrificio, el empresario no quiere dejar de vender y ganar, los jóvenes no quieren dejar de divertirse, el común, no quiere dejar de producir lo que se gana día a día, nadie quiere sacrificar, pero añoran desean e imploran los buenos resultados.
El gobierno entrante con el saliente, se han puesto de acuerdo para volver al estado de excepción. Cuarenta y cinco días le han aprobado, pero nadie quiere cuarentena total, quieren media cuarentena, o sea una solución a medias, nadie quiere solución drástica, pero desgraciadamente si no hay toque de queda 24/7 por lo menos por dos semanas, es mejor que no pierdan su tiempo, porque no servirá de nada, nos pasaremos la vida como el semáforo de verde amarillo brevemente a rojo y asi en ese círculo.
Lo mejor sería que no hagan nada, si no hay el coraje para ordenar la cuarentena total por quince (15) días. En los cuales surtan a los necesitados de lo básico: agua, comida y energía, y un kit de medicamentos contra el virus para que ni siquiera salgan a la farmacia o la clínica.
Que paren las pruebas y que nos traten a todos como si estuviéramos contagiados. ¡Total la muerte está tan segura de su victoria que nos da una vida de gabela! O hagan las cosas bien, y responsablemente, o no hagan nada, y a Dios que reparta suerte.
“Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan. (Lc. 13.24)
Recuerden: dirigente es quien dirige gente, no quien se deja dirigir por ellas. Recordándoles también que el liderazgo es influencia.
Hasta la próxima
Dario Nin