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La Chacabana Dominicana.
Version socorrida por personalidades.
Contenido avalado por:Juan Francisco Rodríguez Reyes (Faraón)
La chacabana en tiempos de coronavirus, una pieza indispensable que susutituye el traje formal, con mas elegancia y versatilidad. Un faraón dicta las pautas de la innovacion y elegancia en la pieza, que también se preocupa por lo cultural. Recurre a historiadores y flocklorista para ubicar la correcta evolucion de esta elegante pieza.
Nos narra el Faraón que: “Lo que hoy en día conocemos como chacabana, tiene su origen en las trincheras (trench coat en inglés), esos famosos abrigos militares diseñados especialmente para los oficiales del ejército británico, por el señor Thomas Burberry, luego de éste recibir el encargo de diseñar una prenda resistente, impermeable y que otorgara libertad de movimiento para que los soldados pudieran usarla en el campo de batalla durante la I Guerra Mundial.
En 1914, Burberry logra crear un material funcional y muy resistente, la gabardina, cuyas propiedades aseguraban la impermeabilidad, el confort, la flexibilidad y la ligereza del tejido, solicitados. Es así como la gabardina recibe el nombre de trench coat, haciendo referencia a las trincheras donde el personal de la milicia se refugiaba.
En la República Dominicana, debido a las diferencias climatológicas, estas trincheras fueron reinterpretadas, confeccionándose un poco más ligeras y en tejidos más sencillos y frescos.
Originalmente pensada para el género masculino, nuestras primeras chacabanas fueron concebidas como una camisa con cuatro bolsillos, que se llevaba por fuera del pantalón y que posteriormente, fueron adornadas con alforzas.
Ilustres figuras de nuestro país, como el folklorista Fadrique Lizardo y Dagoberto Tejeda, señalan que las chacabanas son oriundas de Bani, R. D., versión respaldada por el señor Euclides Gutiérrez Félix, quien dice “estar seguro de que esa forma de vestir fue llevada a Cuba por Máximo Gómez y los otros dominicanos que se fueron a pelear allá, en la independencia cubana, entre los que se destacan los hermanos Luis y Félix Marcano, próceres de la independencia cubana, Modesto Díaz y Dionisio Gil”.
El excelente desempeño de quienes las portaban, llevó a los cubanos a asumir el uso de esta prenda, pues como es bien sabido, el pueblo usa las indumentarias de sus líderes.
Pasada la guerra de los 10 años, Máximo Gómez, vino a vivir a Montecristi, donde conoció a Humberto Manzano, quien confeccionó la bandera de Capotillo y quien según se cuenta, confeccionaba las chacabanas y las llamadas trincheras (expresión militar), también usadas en Cuba. Asimismo, su hija, Aglae Manzano, se destaca en la confección de las chacabanas.
Nos comenta además, que nuestras chacabanas fueron modificadas por los cubanos, y que las primeras versiones de éstas (chacabanas cubanas), fueron traídas al país por Maro Lenqui, miembro de un de las más prestigiosa familia de Monte Cristi que trajo una docena.
Euclides Gutiérrez siempre ha sido un gran defensor de la chacabana, por considerarla una prenda sumamente adecuada para nuestro clima y aunque afirma que las ha usado desde muy temprana edad, reconoce que, en nuestro país, su uso se intensificó después de la guerra de abril.
Recuerda que, en una ocasión, el mismo Trujillo le preguntó por qué usaba esa ropa cubana, a lo que éste le respondió que lo hacía porque la chacabana era una prenda dominicana, que fue llevada a Cuba por Máximo Gómez, y porque además, la consideraba una ropa muy distinguida y formal.
Por su lado, el sociólogo Dagoberto Tejeda describe la chacabana como una vestimenta popular, elegante, representativa, artística, con historia, con tradición y con identidad. Sostiene que por su creatividad, variedad, belleza y ligereza, es sin duda la vestimenta ideal para el trópico y el Caribe.
Por muchos años, la chacabana fue considerada una vestimenta distintiva del hombre adulto, conservador y formal en el vestir y sólo era confeccionada en color blanco. Con el paso del tiempo, dicha prenda fue reinventada, logrando la novedad en sus diseños y la diversidad de colores y texturas utilizados, atraer la atención de hombres y mujeres, sin distinción de edad ni posición social.
Ejemplo de ello, es la foto oficial de la V Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), celebrada en el país a principios de 2017, donde los jefes de estado presentes, lucieron esta emblemática pieza.
Confeccionadas en tejidos frescos y elegantes, las chacabanas dominicanas constituyen un producto de excelente calidad y fina terminación, cuya diversidad de estilos permite que su uso sea adecuado para cualquier horario u ocasión, desde un desayuno ejecutivo hasta una boda u otro evento de gala, siempre resaltando la elegancia y la personalidad de quien la porta.
Un hombre y un nombre habrá de aparecer cuando se narre la historia moderna de esta pieza de vestir tropical, Juan Francisco Rodríguez Reyes.
Juan Francisco Rodríguez Reyes conocido en el ambiente estilístico como FARAON es el buque insignia de las chabacanas modernas y su variación de estilos.
Hoy Faraón añora que la nueva chabacana se sitúe como perteneciente a la provincia Santo Domingo, específicamente a Santo Domingo Este, u Oriental como se le conoce.
Faraón quien jocosamente aclara no ser el de Moisés sino el de José (Faraón bueno) confiesa con humildad que hoy existen otros diseñadores de chabacanas con excelente calidad, pero admite que la “Faraón” son inigualables, tal vez porque siempre cuida cada detalle de la pieza que del taller sale.
Al definir hoy a Juan Francisco Rodriguez, “Faraón”, se tiene por obligación que expresar que es un destacado diseñador dominicano, cuyo desempeño en la industria de la moda le ha hecho merecedor de varios reconocimientos.
En su larga trayectoria profesional ha ocupado importantes posiciones, como la de consultor del Programa de Diseño de Modas, de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y Presidente de la Asociación de Artesanos de las Chacabanas de República Dominicana (ACHADOM).
Otras Versiones
Versión Cubana
Según esta versión, el origen de la guayabera se asocia con la llegada de una pareja española (Don José Pérez Rodríguez y Doña Encarnación Núñez García) a la ciudad de Sancti Spíritus, Cuba.
Cuenta la historia que un día Don José (alfarero de profesión), le pidió a su esposa que le hiciera una camisa larga con bolsillos grandes a los lados para llevar el tabaco y otras cosas al Taller. La señora cumplió el encargo sin imaginar que su novedoso diseño iba a popularizarse, primero entre los moradores de esa región, y luego a nivel mundial.
La primera denominación de esta peculiar camisa fue “yayabera”, precisamente porque solía usarse en la zona del río Yayabo, donde residían Don José y Doña Encarnación, además de la comodidad y economía que representaba esta pieza para los campesinos de la comarca.
Luego, se fue haciendo costumbre entre los labriegos espirituanos, usar los bolsillos de la yayabera para guardar las guayabas que recogían, por lo que muy pronto cambio su nombre por el de guayabera.
Con el paso del tiempo, su uso se fue extendiendo a niveles más altos de la sociedad. Se dice que hacia mediados del siglo XX los políticos cubanos comenzaron a usarla en sus recorridos electorales por el interior de la Isla en busca de votos y la llevaron a La Habana en la década de los 50. Así, complementada con una corbata de lazo para imprimirle formalidad, la campesina guayabera entró en los grandes salones y hasta en las reuniones oficiales del gobierno, llegando a ser declarada en 1944, como el traje oficial de las ceremonias presidenciales, al asumir Ramón Grau San Martín su primera magistratura.
Su fama creció tanto, que el Gobierno de la República de Cuba, declaró el primero de julio como el día de la guayabera, en honor al poeta cubano Juan Cristóbal Nápoles Fajardo, más conocido como “El Cucalambé” (1829-1862), quien fuera el primero en mencionar la guayabera en una de sus décimas.
Versión Mexicana
Otra de las versiones, establece el origen de las guayaberas en México, desde donde se dice, llego a las islas del Caribe, a través del intercambio comercial.
Cuenta la historia que los hacendados mexicanos adinerados solían viajar a Cuba, donde compraban sus guayaberas a la medida en la prestigiosa tienda de La Habana llamada El Encanto. Con la Revolución Cubana de 1959, los hacendados ya no pudieron ir por sus guayaberas a la isla, así que empezaron a producirlas.
Se dice que esta prenda fue introducida al país por don Pedro Mercader Gausch, un español que vivía en Mérida y quien comenzó a fabricar sus propios diseños, agregándole a las bolsas delanteras superiores tapas y botones, e hizo más anchas las bolsas inferiores. Asimismo, al ver que tradicionalmente los yucatecos vestían de blanco, decidió que ese debía ser el color de la prenda.
Conocida como “la guayabera”, fue una pieza muy demandada por los hombres de clase acomodada hacia finales del siglo XIX, dando inicio al desarrollo de una creciente industria manufacturera.
Producidas principalmente en el estado de Yucatán, las guayaberas adquirieron ciertos toques de la cultura maya, pasando luego a Veracruz, donde ha sido asumida por los jarochos como su vestuario regional.
Llamada también “la camisa mexicana de bodas”, la guayabera cobró aún más popularidad en la década de 1970, cuando el entonces presidente Luis Echeverría comenzó a usarlas para sus actividades públicas.
En la década de 1985 a 1995, enfrentaron un gran problema, cuando productores de Taiwán se apoderaron del diseño e invadieron el mercado internacional con guayaberas muy baratas. Sin embargo, pese a la consecuente merma en la producción, los sastres yucatecos supieron hacer frente a la situación, con la fabricación de guayaberas de alta calidad, con modernos diseños. Además, diversificaron sus productos, apareciendo por primera vez las guayaberas para mujer y el uso de tejidos de color diferente al blanco.
La guayabera se ha vuelto tan representativa de la cultura mexicana que el 21 de marzo, desde hace tres años, fue declarado como el Día de la Guayabera. Para celebrar la fecha se lleva a cabo una pasarela en el Centro de Convenciones Siglo XXI de la ciudad de Mérida, así como diversos eventos y promociones relativas al tema.
Dan/Sfd