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Santo Domingo, 17 de agosto de 2020.-
Educación privada o pública como responsabilidad del Estado. A propósito de la asistencia a la escuela pública.
primera publicación.14 de agosto 2015 (Nuevo Diario)
Segunda publicación 6 de agosto del 2019
Tercera publicación 17 de agosto 2020.-
Por Darío Nin

Ayer 16 de agosto 2020, fue juramentado y tomó posesión el nuevo presidente de la República Dominicana, Luis Abinader Corona. En el discurso de estilo ante la Asamblea Nacional, éste esbozó su visión de lo que aspira en su gobierno y los dominicanos le tomamos la palabra y le creemos el contenido de su elocuente discurso, muy emotivo, pero pareció muy sincero.

Entre las promesas formuladas está la de enfrentar la pandemia que vivimos en este momento con eficiencia y eficacia, y un elemento en esta lucha lo constituye los desafíos que plantea el inicio del año escolar, del cual dijo que el próximo ministro de educación anunciaría para esta semana el plan para el inicio de un año escolar en medio de esta desgracia que nos ha cambiado la vida.

En ese sentido, adelantó que el año escolar iniciaría “a distancia y virtual” para lo que apoyaría a la educación pública, dotando a los estudiantes de tablet o laptop. Lo que vemos excelente, pero le recordamos al Señor Presidente, que por la ineficiencia del Estado, muchos dominicanos nos hemos sacrificado y hemos relevado al Estado de su obligación de educar a nuestros hijos, poniéndolos en un “colegio privado”. Muchos de los cuales han visto disminuir su calidad frente al secuestro de sus mejores recursos humanos por parte de la instrucción pública, pues con la “mejoría económica” experimentada, estos han migrado, dejando muchas veces sólo el cascarón en donde una vez había un medianamente buen colegio.

En síntesis y para este momento, lo que quiero apuntar es que esa ayuda debe incluir a los estudiantes que están en la escuela privada, que como dominicanos tienen tantos derechos como los que están en la escuela pública, salvo que por la ineficiencia durante muchos años de esta última, ha sobrevenido la necesidad de asumir un pago, por la educación a sacrificio de otras necesidades.

Al reproducir los artículos ya publicados en el 2015 y en el 2019 cualquier duda quedará aclarada con el fundamento de los escrito que invito a leer.

“En agosto del 2015, escribí un artículo que titulé Los desafíos de la educación privada frente al avance de la educación pública, que ahora reitero bajo este título, porque creo que no se le ha prestado la debida atención a esta situación.

En este tiempo, como dije hace cuatro años, la educación privada, no la de la elite, sino la de la clase media, se le está drenando su calidad. Le quedan muy pocos maestros depurados, los estudiantes no reciben incentivos y los padres cargan cada vez más pesado; ya que, para subsistir y compensar el trasiego de estudiantes hacia una educación pública, gratuita, con todo incluido y con tanda extendida, tienen estos que aumentan las mensualidades para poder compensar los gastos. Desgraciadamente en la escuela pública no hay cupo para todos y los que nos quedamos en la privada estamos “sufriendo callao”.

Para no repetir lo que tengo escrito, se lo transcribo y le invito a que sea usted el jurado de lo que dije y lo que sucede. Transcribo:

“Quiero empezar este escrito citando al Dr. Ángel Palacio, profesor de generaciones de profesionales, maestro que enseña con el alma y no le gusta ser portavoz de cuentos.

Expresa el doctor Palacio en cita que extraigo de su interesantísimo libro “Educar es mucho más” lo siguiente: “El nombre de educación pública como opuesto a privada, es sumamente curioso. Un carro en el que puede montarse todo el mundo, mediante un pago es un carro “público”. Una escuela a la que puede entrar todo el mundo mediante un pago se llama escuela “privada”

Cito a Ángel Palacio, porque me parece interesante su observación y llama curiosamente la atención de la lógica.

 Gran parte de la sociedad dominicana, curiosamente los menos necesitados de ella, elevaron un clamor que se hizo eco hasta destapar los canales auditivos de quienes tienen el poder de tomar decisiones políticas trascendentales. 4% para la educación; fue tanto el empeño, la insistencia el empoderamiento que “se hizo la luz”.

Pero este clamor no tenía el calificativo de que el 4% fuera para lo que conocemos como “educación pública”, sino para la educación en sentido general. ¡Claro la más necesitada y en desventaja hasta hoy es ésta, aunque en honor a la verdad encontramos centros de “educación privada” que dan pena y vergüenza si tomamos en cuenta la precariedad en todos los sentidos con la que se desenvuelven!

La preocupación en la mejoría de la educación privada, no sólo debe ser tarea de los propietarios de estos centros. No, esta preocupación debe ser compartida en la mejor extensión del término por el Estado Dominicano.

Tal vez muchos de los que ahora transitan estas líneas, articulan el pensamiento cuestionador de: y… ¡¿Por qué, si es un negocio privado¡? Sin disminuir la lógica de su pregunta, le contesto lo siguiente:

Cada dominicano que está en un centro educativo privado tiene tantos derechos como los que están en las escuelas públicas. Los padres que de alguna forma pagamos, no lo hacemos porque tengamos el dinero demás (a veces hay que hacer malabares de circo para conseguirlo) y nos metemos en eso, las más de las veces sin poder hacerlo, como respuesta a una ineficiencia del Estado en brindar para nuestros hijos una educación medianamente de calidad, en un ambiente con cierta seguridad, que se trasforme en tranquilidad mientras buscamos el pan nuestro de cada día.

Si la razón anterior no fue suficiente, debo advertir y ojo con esto, que, si el Estado no va en auxilio del sector educativo privado, éste colapsará y colapsará en consecuencia todo el sistema educativo.

Si continúa mejorando el sector público, los que estamos como ya expliqué llevando nuestros hijos a instituciones de educación privada, nos iremos a reclamar nuestros derechos como dominicanos y como tributadores, a esos públicos y dudo mucho que el Estado en las circunstancias actuales esté, en capacidad de hacer frente a toda la formación educativa que demanda la población dominicana. Y que realmente, es su responsabilidad.

Así que el asunto es más serio de lo que pinta. Y merece una segunda parte, en la que analizaremos en cuanto le sale al Estado “producir” un bachiller con el modelo de educación pública y cuanto con el modelo de educación privada.

Los técnicos de Centro Persona están depurando fórmulas para proponer una verdadera simbiosis entre los dos modelos en donde ambos salgan beneficiados y por ende la sociedad dominicana en su conjunto ”Termino la cita

Hoy hemos visto muchos colegios pasar su administración al sector público (los no rentables), pero también nos enteramos, como cada día miles de niños quedan sin entrar al sistema publico porque las escuelas hasta ahora con el sistema de tandas extendidas no dan abasto. Diríamos: crónica de una muerte anunciada. Esos que no entran se siente discriminados y vulnerados en sus derechos. Muchos acuden al Defensor del Pueblo para que con la magia de la persuasión y autoridad moral que representan doblegue la voluntad del director que se resiste, aun teniendo algunos cupos.

Viene desde el principio de la apertura de las tandas extendidas, por ese motivo y como tengo los oídos y los ojos puestos en el sistema, escribí otro artículo con sus respectivas cartas a las pertinentes autoridades que titulé “Protocolo para la selección de estudiantes para la tanda extendida ”Hoy sigo clamando como Juan…

Hasta la próxima.

Darío Nin

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