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Después de la Pandemia la virtualidad en la educación debe ser una opción
Por Dario Nin (*)
30 de noviembre 2020
Hoy entramo a una virtualidad que no hemos deseado ni querido.
Entramos a una virtualidad por una necesidad apremiante que no hizo transitar a multitud por puertas estrechas.
Hoy tenemos un trauma en la educación virtual y estamos padeciendo de un gran stress psicológico, tecnológico y de bolsillos.
Muchos padres han tenido que ceder sus dispositivos a sus hijos, otros han tenido que hacer grandes sacrificios para comprar equipos, aumentar ancho de banda de INTERNET, velocidad etc.
En la casa se perdido la privacidad, pues se ha convertido en un aula abierta, en donde todos tenemos que callar porque uno de los hijos está exponiendo u explicando, pero a pesar de todo esto; y para cuando ya la virtualidad no sea obligatoria, debe quedar como una opción voluntaria.
“Las escuelas nocturnas” surgieron como una necesidad para “beneficio” de los que no podían estudiar de día, y encierro lo de beneficio entre comillas, pues los que estamos vinculados de una forma u otra forma a la educación conocemos el “problemazo” que esto conllevó: delincuencia, atracos, violaciones, golpes, muertes, riñas, drogas, apagones, y para que le cuento si usted lo sabe.
Las universidades nocturnas no se escapan al problema enunciado, pero aun así aportaban un profesional acabado-
Hace muchos años cuando la INTERNET dejaba ver su potencialidad, este servido propugnaba por educación a distancia, tanto para niveles inferiores como superiores.
Siempre he creído que la mayoría de las teorías en una carga académica podían darse a distancia por las ventajas que conlleva. Pongo un ejemplo en la educación tradicional, pongamos como destino la UASD. Un estudiante para coger una clase de introducción a Historia Patria (por poner un título cualquiera) que estaba programada para empezar a las siete de la mañana, tenía que levantarse a las cinco, para preparar un café o desayunar algo, salir a buscar transporte si lo encontraba, durar una hora y media para trasladarse como sardinas en lo que apareciera y llegar a los siete quince minutos, al aula en donde ya no encontraba asiento.
Esa travesía era en pos de tomar dos horas de clases, pero el profesor muy probablemente no llegaba sino hasta la siete y treinta y no pasaba en la mayoría de los casos de las 8:40, por lo que las dos horas de clases quedan reducidos a una hora, porque muy probable tenga un receso de diez minutos.
Obsérvese como para recibir “dos horas de docencia” el dicente tiene que perder tres horas y finalmente solo recibe una.
La virtualidad en materias teóricas y muchas prácticas, ha de seguir siendo una opción, que será beneficioso cuando el sistema no tenga tanta presión.
El ministerio de educación debe velar para que independientemente de que podamos volver a lo presencial, la virtualidad se quede como una opción, pues presenta muchas ventajas.
A saber: un estudiante que tenga que migrar al exterior o a otra localidad, podrá seguir tomando sus clases con un mínimo de dificulta o con ninguna en la mayoría de los casos.
Igualmente, el profesor podrá impartir su docencia independientemente en el lugar en que se encuentre.
Se economizarían tiempo y dinero, tanto al centro como a los estudiantes, se aprovecharía mejor el tiempo designado, se tendría la opción de grabar las clases o interactuar en ella sin la presión del aula, habrá mayor control del estudiante y del profesor, se disminuirán las ausencias motivadas en diferentes situaciones y excusas; en fin, existe una cantera de beneficios que la virtualidad opcional nos reportará a su debido tiempo.
Otra cosa, una vez autorizada la virtualidad opcional debe evaluarse comparativamente la eficacia con la modalidad presencial, y sin romanticismo, ni satanización decidir cuál ha sido la más provechosa a fin de incentivarla a futuro.
Los ministerios de educación tanto el MINERD como el MESCYT tiene que estar contemplando esta posibilidad, o sea, que los centros de estudios públicos y privados de educación primaria, secundaria y universitaria preserven la educación a distancia o la virtual más allá de la pandemia.
Las ventajas son muchas.
Otro ejemplo de lo práctico de esta opción es que miles de dominicanos (y hasta de extranjeros) en todo el mundo podrán estudiar, y recibir sus títulos como si estuvieran en el país en los niveles de bachilleres, técnicos, grados y posgrados.
¿Verdad que tiene ventajas? Y aún más, el mantener la virtualidad nos mantendrá también preparados para otra eventualidad como esta, que nos obligue aislamiento. Es que realmente el mundo cambió y esta modalidad de guerra que hoy hemos vivido la puede usar otro Estado con virus mutados, aunque estemos vacunados. ¡Perdón esta parte se me” chispotió!” Ahora estoy hablando de educación aunque en época de virus, bacterias y tecnologías
Abajo un profesor (Fredys Álvarez Roa) imparte docencia virtual a un grupo de estudiantes, Él en una finca en Duvergé ellos en sus respectivos hogares.
Hasta la próxima.
Dario Nin
El autor es maestro,abogado, psicologo.Director Ejecutivo de Centro Persona.
centropersona@hotmail.com