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CUANDO LOS SUEÑOS SE ROMPEN Y LAS ESPERANZAS SE PIERDEN, TODO DA IGUAL
Santo Domingo 19 de diciembre 2020
Primera publicacion marzo 2011.
Para el mes de marzo del 2011, envie y publicaron en varios medios digitales este escrito
hoy desempolvado digitalmente hablando lo extraigo para que nuevamente transite por la posibilidad de que se lea y se reflexione.
“Lo último que se pierde son las esperanzas. Es un refrán o una frase que he oído desde que tengo conocimiento.
“Las esperanzas mantienen, no pierdas las esperanzas”. Si asimilamos estos mandatos somos capaces de vencer adversidades y seguir hacia adelante. Entonces empezamos a soñar con un mundo que para nosotros pudiera ser mejor.
Si de repente nos diagnostican una enfermedad catastrófica, buscamos una segunda opinión con la esperanza que la primera esté equivocada. Si no, acudimos a nuestra fe en Dios con la esperanza que éste pueda con lo que los médicos no.
Las iglesias son un dique de contención de frustraciones, de dolor y desesperanzas, sino fuera por las iglesias, quien sabe si ya anduviéramos en la más absoluta barbarie. Así que literalmente la iglesia salva; si no en el cielo, lo hace en la tierra.
El individuo, la persona, tiene que tener la esperanza de que su universo inmediato, su familia, la sociedad en donde se desenvuelve, le garantizará seguridad, le garantizará bienestar, para creer en ella, para integrarse, para ser para ella y convertirse en hijo digno de la sociedad mayor.
Hace muchos años fui “circulista” del partido más organizado que ha dado la historia nacional. Teníamos una manera especial hasta para pedir contribuciones, vender periódicos o revistas, para hacer propaganda.
Me enseñaron que eso se llamaba método; y que buscaba que una persona residente en la Comunidad La Otra Banda en Higüey, pensara y actuara en función del partido y de lo que éste representa como otra que viviera en La Descubierta de Jimaní.
Que la forma en que nos obligaban a iniciar las reuniones con el puño en alto, cerrado fuertemente en un brazo firme, era un símbolo para que asimiláramos que la frase que decíamos concomitantemente llegaba con coraje, convicción y sentimiento.
“Servir al Partido para servir al Pueblo”, ¡que sueños!…, ¡que esperanzas! He de confesar algo, mi indisciplina al llegar fuera de hora o no asistir a algunas de las reuniones postergó el fin de mi instrucción para graduarme a la categoría máxima que se podía obtener; ser miembro del Partido.
¡Que orgullo!, que te dijeran que eras del Partido y que por tu forma correcta de actuar los de afuera te identificaran, aunque eso conllevaba que te cataloguen de comunista; afrenta para quien decidiere trabajar en la administración pública o engancharse a guardia o la policía.
Habían esperanzas, habían sueños, el partido representaba lo distinto, no más de lo mismo. El partido en sí era el sueño, el partido en sí era la esperanza. Cuidábamos sus símbolos y vigilábamos sus propiedades, hacíamos guardia en la Casa Nacional, toda una noche sin dormir, era la misión, era el deber.
Parece que cuando de los sueños se llega a la realidad, se pierde la magia. Estos se rompen, estas se pierden. Hoy hay muchos sueños rotos, hoy hay pocas esperanzas, y cuando hay sueños rotos y pocas esperanzas “na es na” y todo da igual. Tal vez el sistema arropa al elemento, tal vez al elemento se le olvidó el principio.
Así que no nos sorprendamos si las cosas al final salen como usted cree que no deberían ser. Y luego lamenten la pérdida de lo que no supieron mantener, por la arrogancia, por el descuido, por la poca memoria, por convertirse en más de lo mismo, por ser la “negación negada”.
Hasta la próxima.”
Darío A. Nin