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El Imperio de la Fe: La Paz que sobre pasa todo entendimiento.
Por Dario Nin
03 de enero 2022
La fe en la vida cristiana (cuerpo de Cristo) es como la sangre que circula en nuestro organismo sin la cual, no hay vida.
Para abordar este tema podemos empezar citando a decenas de versículos en donde la fe es un requisito sine qua non, para que se dé un milagro cual que sea su naturaleza.
Pero en esta ocasión, lo haremos recreando el evangelio de San Mateo, Capitulo 8, versículos del 23 al 27. El tema es “Jesús Calma la tempestad”.
El tema enunciado lo encontramos tambien en Marcos 4: 35-41 y en Lucas 8:22 al 25.
Estoy seguro que al interlocutor que ha visitado mínimamente una iglesia cristiana o leído los evangelios este relato le parecerá familiar, sin embargo, la forma o los aspectos que de él abordaremos en esta ocasión le resultará nuevo.
Esa es una de las cualidades divinas de la palabra de Dios, en un texto muy predicado siempre hay algo nuevo que extraer conforme a la situacion y a la necesidad.
Transcribamos el texto bíblico para hacer el “análisis” que en esta ocasión entendemos. La versión bíblica que transcribimos es la RVC. Le invitamos a leer el texto.
Jesús calma la tempestad: “23 Luego subió a la barca, y sus discípulos lo siguieron. 24 En esto se levantó en el lago una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca, pero él dormía. 25 Sus discípulos lo despertaron y le dijeron: «¡Señor, sálvanos, que estamos por naufragar!» 26 Él les dijo: «¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe?» Entonces se levantó, reprendió al viento y a las aguas, y sobrevino una calma impresionante. 27 Y esos hombres se quedaron asombrados, y decían: «¿Qué clase de hombre es éste, que hasta el viento y las aguas lo obedecen?»
Empecemos con preguntas muy obvias y repuestas muy sencillas: Quién subió a la barca? ¿Quiénes lo siguieron?
Las anteriores preguntas tienen pinta de sencillas, simples; sin embargo, no lo son: Son transcendentales.
¿Quién subió a la barca? Es muy probable que ante estas preguntas hayas dicho Jesús. Pero lo dijiste como si diaria Juan, Pablo, Andrés, Miguel, Luis. Lo has pronunciado como si dijeras un nombre cualquiera. Pero no es un nombre cualquiera: Ese Jesús que subió a la barca es Dios hecho hombre, el milagroso, el que le sigue una multitud porque lo considera como el Mecías, es el Salvador, En fin, el hijo de Dios, Dios mismo.
Te das cuenta que no es simple como decir un nombre.
La segunda pregunta: Quiénes lo siguieron? Esta es fácil ¿Verdad? Sus discípulos. Se supone que los que le estaban siguiendo en ese momento, por lo menos en la barca física en donde Él estaba, sus discípulos, los apóstoles. Mínimo los doce que seleccionó al iniciar su ministerio (la biblia no dice si faltó alguno). Estos ya habían visto a Jesús hacer milagros y se han ido formando durante meses con sus enseñanzas (recuerden que un día de enseñanza y seguimiento a Cristo en la época, es un día sin distracciones, pues, el que seguía a Cristo solo a Él seguía y no había otras distracciones. (Mat 8:22, 19:21, 19:29 L. 9:62)
En síntesis, esos discípulos estaban formados por el propio Jesús y ellos estaban “convencidos” de a quien seguían, pues lo habían dejado todo para seguirle.
Contestadas y aclaradas estas dos preguntas, podemos adentrarnos en el resto del texto: “En esto se levantó en el lago una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca, pero él dormía”
Hablamos de un lago, al que se le llama el Mar de Galilea, es un lago literalmente, no es un mar, ni sus aguas son como las del mar son aguas dulces, actualmente este lago es que abastece de agua potable y para los regadíos, a Israel, pero es un lago con una superficie de 166 km2 que recibe todas las aguas del rio Jordán y otros afluentes. Es un mar de agua dulce.
Allí se desato una tormenta sin precedentes. Todos los tripulantes “despiertos” desesperados y en vigilia, salvo uno, el que dormía profundamente.
Hay que imaginarse el esfuerzo que cada uno de ellos estaba haciendo para mantener a flote la pequeña barca sacudida por los fuertes vientos. Cuando ya (siempre imaginando) se habían agotado las fuerzas deciden despertar a uno más para que ayude. Pero éste, no se une al afanoso momento.
Aunque la expresión fue. “«¡Señor, sálvanos, que estamos por naufragar” y aunque la expresión podría dar a entender que están reconociendo lo divino de Dios, pues a él le piden que los salve! En realidad, es una expresión que indica un desconocimiento total de quien es que esta con ellos independientemente de la situacion en la que se encuentre en ese momento.
Si traspolamos esto a nuestras vidas. Vemos que hoy en menos que un lago vemos el mar con miedo ahogarnos, en mucho menos agua y con mucho menos tempestad.
Todos, absolutamente todos, hemos tenido situaciones en nuestras vidas que ha demandado de todo nuestro esfuerzo, que ha consumido nuestra paz y ha sido generador de inquietudes y angustias.
Nos diagnostican una enfermedad catastrófica a uno personalmente o a un familiar cercano y nos “volvemos locos” consultando internet, amigos y médicos. Y cuando ya hemos agotado estas fuentes acudimos en oración a Cristo Jesús o pedimos a Dios en nombre de Cristo Jesús. Y no hablo de una persona cualquiera hablo de un cristiano y si hiciéramos lo contrario y presentamos el caso primero a Cristo, es importante que examinemos la carga de fe que ponemos a la situacion y la forma en que demandamos sanidad.
No olvidemos que si actuamos como Cristo Jesús nos ha enseñado, Él ha prometido que estará con nosotros todos los dias (Mat. 28:20) y en donde está Jesús la barca no naufraga Jamás, aunque le entren grandes porciones de agua o le golpeen fuertes vientos. La barca no se hundirá. Solo hay que confiar que la presencia de Jesús está en nuestra barca y que en su momento él hará. El actuará, porque en el confiamos ciegamente y aun cuando a nuestro juicio no llegue a tiempo Él sabrá cuando es tiempo de resucitar a Lázaro. (a veces Jesús conforme a su propósito tarda la respuesta. No olvidemos que cuando supo de Lázaro y su gravedad se quedó dos dias más en el lugar en donde estaba (J. 11:5-6), pero ya Jesús tenía una convicción más allá de la que podía entender Marta y Maria las hermanas de Lázaro y aun sus propios discípulos (J. 11:4)
Volviendo a Mateo y a los versículos analizados. Cuando los discípulos acuden a despertar a Jesús con el atrevimiento de exigirle que si no le da apuros que mientras ellos luchan como lo estan haciendo Jesús duerme en una situacion tan delicada (diría yo) “indolentemente”.
La respuesta del Maestro es recriminatoria. “26 Él les dijo: «¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe?»
¿Por qué tienen miedo…?: esa pregunta llevaría horas de especulaciones en el motivo Por que tienen miedo, acaso no estoy yo aquí, consideran que yo debo estar luchando junto a ustedes para poder salvar esta situacion, creen realmente ustedes en mi… ¡Cuantas situaciones en una sola pregunta!
¿Y la tapa al pomo lo resume en “hombres de poca fe?»
Por qué se angustian si yo estoy con ustedes. Aquí vemos que el mismo Señor Jesús no le dio importancia a que desesperadamente le llamemos para que Él haga, sino que sin límites tengamos fe en él y eso basta y el hará cuando tenga que hacer.
Aquí la expresión hombres de poca fe, confirma el imperio de la fe en la vida cristiana. Actuemos sabiendo el mandato de Jesús en Juan 14:12 “De cierto, de cierto les digo: El que cree en mí, hará también las obras que yo hago; y aún mayores obras hará, porque yo voy al Padre”.
No es por tus fuerzas o tus propias convicciones que tú harás, es con la fe en Cristo Jesús que Él hará a través de ti (tú como instrumento) pero eso sí, no hay lugar a dudas, no hay espacio para la más mínima duda de que Jesús está presente y que por la fe aun a distancia o en aparente ausencia él se manifestará Mat. 8:7-8) “Jesús le dijo iré a sanarlo” El centurión le respondió: «Señor, yo no soy digno de que entres a mi casa. Pero una sola palabra tuya bastará para que mi criado sane.
Por lo tanto, para que veas la gloria de Dios debes estar seguro, absolutamente seguro de a quien estas siguiendo y su inmenso poder. Creer sin ver. Solo por fe en Él y Asi como sobrevino una calma en el mar de Galilea que sobrepasó el entendimiento de los que estaba con Jesús. Asi vendrá esa paz a tu vida.
Hasta la próxima.
Darío Nin