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La fe en Jesús Cristo, como fuente de Perdón y herencia de los que han sido santificados.
Por Dan.
Santo Domingo 11 de enero 2022.
“Hermanos quiero que sepan que le estamos anunciando el perdón de sus pecados por medio de Jesús. La ley de Moisés no pudo justificarles todos esos pecados, pero en Jesús queda justificado todo aquel que cree en él”. (Hec.13:38-39)
El imperio de la fe se manifiesta en esta ocasión en el relato que Pablo le hace al rey Agripa. El cual interviene en el proceso mientras Pablo espera la apelación que hizo al emperador en pos de justicia a su causa. (aunque la parte arriba citada se extrae de las predicas de Pablo y Bernabé en Antioquia de Pisidia al hablar por primera vez en la sinagoga.
Recordemos que pablo hizo un viaje a Jerusalén y durante la travesía hace varias paradas entre ellas una de siete dias en Tiros al encontrarse con los discípulos de Jesús, quienes le rogaban a éste (nos relata que lo hacían por medio del espíritu), que no fuera a Jerusalén.
Después de Tiros, en donde duraron los con los discípulos siete días, siguieron su camino, pero hacen otra parada de un día en Tolemaida y de ahí, a Cesárea, hospedándose allí en casa de Felipe. En ese lugar, es en donde el profeta Agabo profetiza el arresto de Pablo mediante la imagen de tomar el cinto de éste y atarse las manos. (Hech.21:11)
Ya en Jerusalén Pablo empieza sus “vicisitudes.” La mala fama” le precedía, ahora no entre los cristianos, sino entre los judíos por causa de Jesús.
Recordemos que a su llegada a los hermanos lo recibieron con mucho gozo y contentos por el relato de la conversión de muchos judíos. No obstante, le comentan: “Lo que aquí se ha sabido es que a los judíos que están entre los no judíos le enseñas a renegar de las enseñanzas de Moisés y que les dice que no circunciden a sus hijos ni observen vuestras costumbres” (Hech 21:21)
Previendo y manifestado con la advertencia que los hermanos suponen que ya los judíos conocen o saben de la presencia de Pablo por el lugar, por lo que le instan adelantarse a destruir la presunción que hay en su contra cumpliendo con algunas religiosidades o votos en una situacion perfecta, pues habían unos hermanos que esperan por el ritual, como el de rasurarle la cabeza por lo que motivan a Pablo para que pague por ellos el rasuramiento, pues al hacer esto, desmentía frente a los ojos de todo el que le viera la acción, la afirmación que sobre él se cernía.
No obstante, las cosas no le salieron a Pablo, pués cundo estaba a punto de cumplirse los siete dias de la purificación en el templo unos judíos de la provincia de Asia lo vieron, alborotaron la multitud y Pablo fue aprehendido allí.
Los problemas para Pablo empiezan, por lo que él para salvar su vida intenta su defensa; primero frente al pueblo, quien a pesar de su elocuencia y relato que demuestran su conocimiento y respeto de la las leyes y costumbre judías, fue vituperado, arrastrado y agredido, con intención de darle muerte. Salvando su vida por la intervención del Tribuno a cargo de la compañía.
Aquí Pablo pasa “de mano del pueblo” a la del tribuno (queda aprehendido y encarcelado) intenta su defensa ante el pueblo y sólo recibió a un sólo grito “mátenlo”
Ante el tribuno quien pretendía azotarlo e interrogarlo, Pablo alega ser ciudadano de Roma y con esto se libra.
No obstante, al día siguiente, el Tribuno lo presenta ante el concilio y allí sin saber de quien se trataba, Pablo, le llama “sepulcro blanqueado” al sumo sacerdote; suficiente insulto para condenarles. Éste se disculpa, dice no saber de quien se trataba, pero se libra de la condena una vez más por despertar con la afirmación de que él es fariseo y que cree en la resurrección de los muertos.
Logra una discusión entre los componentes del concilio saduceos y fariseos. Y es sacado de entre ellos por el tribuno y sus soldados, librándolo una vez más de la furia de los judíos.
Los judíos siguen conspirando la muerte de Pablo. Un sobrino de éste se entera del plan y lo comunica a Pablo y éste hace que se lo comunique al tribuno (Claudio Lisias). El cual, para evitar el linchamiento programado, esa misma noche hace llevar a Pablo por ante el gobernador Felix.
El gobernador Felix pospone el interrogatorio de Pablo hasta que lleguen sus acusadores. Lo que sucede cinco días después cuando hace acto de presencia el Sumo Sacerdote Ananías, con el orador Tértulo y otros ancianos. Empieza la acusación contra Pablo frente al gobernador Felix. No obstante, Felix no toma una decisión a lo sometido y en cambio decide aplazar hasta que se presente ante él, el Tribuno Lisias.
Felix no juzgó nunca, más bien; posponía y posponía buscando un soborno de parte del reo (Pablo)
Transcurridos ya dos años sin recibir un juicio. Felix, el gobernador es sustituido por Porcio Festo, y éste último para congraciarse por los judíos mantuvo preso a Pablo.
Frente al nuevo gobernador, los judíos empiezan a solicitar la entrega de Pablo con igual propósito que al principio.
El nuevo gobernador les promete a los judíos solicitantes juzgar al reo o conocer su caso (lo haría en Cesárea) e invita a quien pueda acompañarlo que lo haga y le acusen allí.
Ya en Cesárea, al día siguiente de su arribo. Festo sienta a Pablo para juzgarlo con las acusaciones de los judíos, quienes no logran probar nada. Para evitar que Festo lo entregue a los judíos para que estos le juzguen. Pablo apela al emperador. Y es sentenciado su envio ante éste para que sea él quien le juzgue.
El rey Agripa y su hermana Berenice pasas por Cesárea y Festo aprovecha para hablarle de Pablo y su situacion y en su conversación con el Rey agripa que es un actor por excepción; ya que no le correspondía oír a Pablo, pues la apelación de éste fue ante el emperador. No obstante, ante él, Pablo relata la afirmación de Cristo Jesús en cuanto a la misión del mandato que le dio.
“Yo te libraré de tu pueblo y de los no judíos y quiero que vayas a ellos para que le abras los ojos y se conviertan de las tinieblas a la luz y del poder de Satanás al poder de Dios; para que por fe en mí, reciban el perdón de sus pecados y la herencia de los que han sido santificados” (Hech.26.17-18)
Para que por fe en mí. La condición que impone Jesús es: “su fe en mi”, y con esto recibirán el perdón de sus pecados, pues la fe en Jesús conlleva arrepentimiento y crecimiento espiritual a la estatura del propio Jesús y la herencia, la salvación y la vida eterna de los que han sido justificados, por el precio pagado, la sangre de Cristo en quien se tiene fe.
Por lo que se le anuncia que deben arrepentirse y volverse a Dios y demostrar con sus hechos que realmente se han arrepentido. Mismo principio argüido por Pablo (Hech. 26:20)
Por lo expuesto no ha de quedarnos dudas sobre que la fe en Jesús Cristo, como fuente de Perdón y herencia de los que han sido santificados. Es una promesa de cumplimiento continuo.
Dan