En audio

Para lograr una abundante cosecha de fruto espiritual, Dios debe eliminar todo lo que nos impide convertirnos en la persona que dispuso que fuéramos, cuando nos creó.


Hace años viví en Fruitland, Carolina del Norte. Era la región de las manzanas, y varios de los miembros de mi iglesia eran agricultores. Cuando pasé a visitar a uno de ellos, lo encontré cortando sin piedad las ramas de uno de los árboles. Me dijo que para producir una cosecha abundante de la mejor fruta, tenía que podar las ramas. Podría parecer que el árbol iba a morir, pero de las heridas surgirían nuevos brotes.

Nuestra conversación me ayudó a entender por qué el Señor actúa a veces como una podadera en nuestras vidas. Para lograr una abundante cosecha de fruto espiritual, Él debe eliminar todo lo que nos impide convertirnos en la persona que dispuso que fuéramos, cuando nos creó. El proceso es a menudo doloroso ya que Dios corta hábitos carnales y actitudes mundanas, pero su poda resulta en que nos convirtamos en un reflejo más preciso del Señor Jesucristo.

Ser amado por Dios no significa ser mimado. Nuestra comodidad no es su principal interés. Así como un agricultor poda un manzano para obtener una cosecha abundante, Dios a veces debe causarnos dolor para hacernos crecer espiritualmente y desarrollar en nosotros un carácter cristocéntrico.

Tomado del Ministerio en Contacto.
Dan/Sfd

SHARE