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Las tormentas pasajeras de la vida
Ninguna tormenta dura para siempre, y no hay nada como la sensación de alivio que se siente una vez que pasa el mal clima.
Todo el mundo experimenta tormentas en la vida, ocasiones que traen dolor, sufrimiento o pérdida. Y en tiempos turbulentos como estos, en que pensamos: ¿Dónde está Dios? ¿Por qué pasan tantas cosas malas? ¿Lo causó Dios, y si es así, por qué? Cuando nos encontramos en situaciones agobiantes, el lugar más seguro para encontrar respuesta a nuestras preguntas es la Palabra de Dios.
La tormenta descrita en el pasaje de hoy da una idea del papel del Señor en los diversos trastornos que se nos presentan. Según Salmo 107.25, Dios fue el responsable de esta tempestad, pues fue Él quien levantó los vientos y las olas que asustaron a los marineros.
Los tiempos turbulentos nos alientan a hacer lo que hicieron esos marineros: en su desesperación e impotencia, clamaron por la ayuda de Dios. Luego los rescató de su angustia calmando la tormenta y guiándolos a un lugar seguro. En respuesta, agradecieron al Señor por su misericordia y su maravillosa liberación y lo alabaron públicamente.
Ninguna tormenta dura para siempre, y no hay nada como la sensación de alivio que se siente una vez que pasa el mal clima. Acordémonos de actuar como esos marineros agradecidos cuando llegue el momento, y hasta entonces aguantar con la mirada puesta en el Señor.
Tomado de:https://www.encontacto.org/lea/devocionales-diarios
Dan/Sfd
23 Los que descienden al mar en naves,
Y hacen negocio en las muchas aguas,
24 Ellos han visto las obras de Jehová,
Y sus maravillas en las profundidades.
25 Porque habló, e hizo levantar un viento tempestuoso,
Que encrespa sus ondas.
26 Suben a los cielos, descienden a los abismos;
Sus almas se derriten con el mal.
27 Tiemblan y titubean como ebrios,
Y toda su ciencia es inútil.
28 Entonces claman a Jehová en su angustia,
Y los libra de sus aflicciones.
29 Cambia la tempestad en sosiego,
Y se apaciguan sus ondas.
30 Luego se alegran, porque se apaciguaron;
Y así los guía al puerto que deseaban.
31 Alaben la misericordia de Jehová,
Y sus maravillas para con los hijos de los hombres.
32 Exáltenlo en la congregación del pueblo,
Y en la reunión de ancianos lo alaben.