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El siervo José
Nunca es demasiado tarde para aprender el arte del servicio, o para reconocer que el plan de Dios es perfecto.
José es uno de mis personajes bíblicos favoritos. Lo menciono a menudo porque hay mucho que podemos aprender de su vida. El pasaje de hoy es un buen ejemplo, ya que revela dos de sus rasgos que deberíamos imitar.
- DEMOSTRÓ UN ESPÍRITU DE SIERVO DESDE TEMPRANO. Génesis 37 describe lo que ocurrió cuando José tenía alrededor de 17 años. En cada intercambio, el joven encarnaba el respeto y la disciplina; nunca se rebeló contra quienes tenían autoridad sobre él. De hecho, continuamente se desvivía por servir a los demás.
- SE DIO CUENTA DE QUE DIOS CONTROLABA SU VIDA. ¿De qué otra manera se puede explicar su incesante búsqueda de la excelencia en cada prueba? No importaba lo que le sucediera, José siempre recordaba las visiones divinas que le habían sido dadas en su adolescencia (Gn 37.1-6). Creía que había un plan para su vida y estaba convencido de que, de alguna manera, en algún momento, Dios le revelaría cuál era.
Ya sea que usted tenga 17 o 77 años, las lecciones de la vida de José son valiosas. Nunca es demasiado tarde para aprender el arte del servicio, o para reconocer que el plan de Dios es perfecto. Además, nunca es demasiado tarde para ayudar a otra persona a descubrir dichas verdades
.Tomado de https://www.encontacto.org/lea/devocionales-diarios
Dan/Sfd
José es vendido por sus hermanos
37 Habitó Jacob en la tierra donde había morado su padre, en la tierra de Canaán. 2 Esta es la historia de la familia de Jacob: José, siendo de edad de diecisiete años, apacentaba las ovejas con sus hermanos; y el joven estaba con los hijos de Bilha y con los hijos de Zilpa, mujeres de su padre; e informaba José a su padre la mala fama de ellos. 3 Y amaba Israel a José más que a todos sus hijos, porque lo había tenido en su vejez; y le hizo una túnica de diversos colores. 4 Y viendo sus hermanos que su padre lo amaba más que a todos sus hermanos, le aborrecían, y no podían hablarle pacíficamente.
5 Y soñó José un sueño, y lo contó a sus hermanos; y ellos llegaron a aborrecerle más todavía. 6 Y él les dijo: Oíd ahora este sueño que he soñado: 7 He aquí que atábamos manojos en medio del campo, y he aquí que mi manojo se levantaba y estaba derecho, y que vuestros manojos estaban alrededor y se inclinaban al mío. 8 Le respondieron sus hermanos: ¿Reinarás tú sobre nosotros, o señorearás sobre nosotros? Y le aborrecieron aún más a causa de sus sueños y sus palabras. 9 Soñó aun otro sueño, y lo contó a sus hermanos, diciendo: He aquí que he soñado otro sueño, y he aquí que el sol y la luna y once estrellas se inclinaban a mí. 10 Y lo contó a su padre y a sus hermanos; y su padre le reprendió, y le dijo: ¿Qué sueño es este que soñaste? ¿Acaso vendremos yo y tu madre y tus hermanos a postrarnos en tierra ante ti? 11 Y sus hermanos le tenían envidia, mas su padre meditaba en esto.
12 Después fueron sus hermanos a apacentar las ovejas de su padre en Siquem. 13 Y dijo Israel a José: Tus hermanos apacientan las ovejas en Siquem: ven, y te enviaré a ellos. Y él respondió: Heme aquí. 14 E Israel le dijo: Ve ahora, mira cómo están tus hermanos y cómo están las ovejas, y tráeme la respuesta. Y lo envió del valle de Hebrón, y llegó a Siquem. 15 Y lo halló un hombre, andando él errante por el campo, y le preguntó aquel hombre, diciendo: ¿Qué buscas? 16 José respondió: Busco a mis hermanos; te ruego que me muestres dónde están apacentando. 17 Aquel hombre respondió: Ya se han ido de aquí; y yo les oí decir: Vamos a Dotán. Entonces José fue tras de sus hermanos, y los halló en Dotán.