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MEDITACIÓN DIARIA

El principio de Dios de sembrar y cosechar

Nuestras acciones y palabras tienen consecuencias.

Gálatas 6.7-10

El pasaje de hoy contiene una importante verdad bíblica: Nuestras acciones y palabras tienen consecuencias. O dicho de otro modo, cosechamos lo que sembramos. Y esto es sobre todo evidente en nuestras relaciones.

Previamente, en Gálatas, Pablo explicó que hay una batalla entre la nueva naturaleza del creyente, que es gobernada por el Espíritu, y la “carne”, que es gobernada por la inclinación a pecar que permanece en nosotros. Luego enumeró algunas de las obras de la carne, muchas de las cuales son relacionales: discordias, celos, arrebatos de ira, rivalidades, disensiones, sectarismos y envidia (Ga 5.20, 21 NVI). En contraste, Pablo nos dice que el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio (Ga 5.22, 23).

¿Cuál de estas listas refleja con mayor precisión su manera de tratar a los demás? Es cierto que existen algunas personas que son difíciles de amar, pero sembrar el fruto del Espíritu Santo en esas relaciones cosechará un corazón indulgente, un carácter piadoso y una obediencia fiel en nosotros. Pero sembrar para la carne tiene una influencia corruptora en nuestra vida. Antes de interactuar con alguien, pregúntese qué tipo de cosecha le gustaría. Nunca se equivocará si deja que el Espíritu le dirija.

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