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MEDITACIÓN DIARIA

La vida que permanece

La tarea del Espíritu Santo es vivir la vida de Cristo por medio de nosotros.

28 de septiembre de 2022

Juan 15.1-5

Ayer compartí con usted un momento en el que el Señor me recordó que yo no soy la vid: Es Él. Durante años había tratado de lograr por mí mismo lo que el Señor quería lograr a través de mí. Mi deseo era impresionar al Padre y ganar su aprobación. Su objetivo, en cambio, era que yo solo permaneciera en Él.

La tarea del Espíritu Santo es vivir la vida de Cristo por medio de nosotros. Esto se conoce por una variedad de nombres, incluyendo la vida intercambiada, la vida llena del Espíritu

y la vida que permanece. Todas ellas describen la gozosa existencia de la que habló Pablo en Gálatas 2.20: “Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios”.

Visto desde fuera, una rama no parece estar haciendo nada. Pero eso no significa que la vida que permanece sea pasiva. Cristo fue el ejemplo perfecto de una vida llena del Espíritu. Trabajó duro como resultado de un reservorio de energía divina (Jn 8.28). Toda la sabiduría, el conocimiento, la fortaleza y la valentía de Cristo procedían de Dios a través del Espíritu Santo.

Los cristianos damos fruto al entregarnos. “Echamos raíces” en el Señor meditando en su Palabra, orando y sirviendo. No nos reservamos nada para controlarlo, sino que confiamos en Él. Esa no es una vida pasiva; es una vida que permanece.

Tomado de:https://www.encontacto.org/lea/devocionales-diarios

Dan/Sfd

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