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Las promesas de Dios
Cuando lea la Biblia, busque todas las magníficas promesas de Dios que puede reclamar como suyas.
Las promesas de Dios son preciosas y magníficas. Se convirtieron nuestras en el momento de nuestra salvación, para que tuviéramos todo lo que necesitamos para la vida y la piedad. No solo nos recuerdan su cuidado y amor por nosotros, sino que también nos dan esperanza y aliento durante los momentos difíciles.
A veces solo pensamos en lo que el Señor puede hacer por nosotros. Podemos tratar de apropiarnos de promesas bíblicas con la esperanza de conseguir lo que queremos, pero ese no es el plan de Dios. Él está obrando para su gloria y nuestro bien espiritual a largo plazo, no para nuestros deseos temporales.
El Señor quiere que nos aferremos a todas las promesas que vienen con la salvación, y que confiemos en todos los recursos que Él proporciona para nuestro crecimiento continuo en la fe, la obediencia, el carácter piadoso y el amor. El Espíritu Santo, nuestro instructor, trabaja en nosotros para aumentar nuestra confianza en Dios por medio de las Sagradas Escrituras. También proporciona el fervor necesario para que le obedezcamos, y desarrolla el fruto de la paciencia mientras esperamos el cumplimiento de lo prometido por Dios.
Cuando lea la Biblia, busque todas las magníficas promesas de Dios que puede reclamar como suyas. Luego, considérelas como verdaderas y descanse en ellas.
Tomado de:https://www.encontacto.org/lea/devocionales-diarios
Dan/Sfd
1 Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que habéis alcanzado, por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo, una fe igualmente preciosa que la nuestra: 2 Gracia y paz os sean multiplicadas, en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús.
Partícipes de la naturaleza divina
3 Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, 4 por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia; 5 vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; 6 al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; 7 a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. 8 Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. 9 Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados. 10 Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás. 11 Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.