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Cuando la fe flaquea
¿Algunas veces duda usted de que para Dios nada es imposible?
¿Algunas veces duda usted de que para Dios nada es imposible? Es probable que la mayoría de nosotros nos hayamos sentido de esta manera en algún momento, quizás cuando algo que le pedimos al Señor no sucedió. La fe no es un medio para obligar a Dios a hacer lo que queramos; se trata solo de creer que Él hará lo que ha dicho.
Las dudas surgen cuando usamos la sabiduría y la lógica humanas en vez de confiar en la Palabra de Dios. Entonces el temor y la incertidumbre sobre el resultado interfieren con la confianza que le tenemos a la verdad bíblica. Puede parecer que nos estamos arriesgando, pero en realidad, confiar en el Señor es un fundamento más firme que confiar en nosotros mismos y en la razón humana. Cuando nos enfocamos en Dios en vez de hacerlo en la situación, nuestra fe se fortalece.
En muchos sentidos, somos como el padre de la historia de hoy: creemos en el Señor Jesús, pero a veces nos cuesta confiar en que Él nos ayudará en nuestro momento de necesidad. Es entonces cuando debemos clamar a Él como lo hizo el padre desesperado: “Creo; ¡ayúdame en mi incredulidad!” (Mc 9.24 LBLA). Entonces debemos leer su Palabra y meditar en ella. A medida que nuestro conocimiento de Dios crezca, también lo hará nuestra confianza en Él.
Tomado de:https://www.encontacto.org/lea/devocionales-diarios
Dan/Sfd
Jesús sana a un muchacho endemoniado
(Mt. 17.14-21; Lc. 9.37-43)
14 Cuando llegó a donde estaban los discípulos, vio una gran multitud alrededor de ellos, y escribas que disputaban con ellos. 15 Y en seguida toda la gente, viéndole, se asombró, y corriendo a él, le saludaron. 16 Él les preguntó: ¿Qué disputáis con ellos? 17 Y respondiendo uno de la multitud, dijo: Maestro, traje a ti a mi hijo, que tiene un espíritu mudo, 18 el cual, dondequiera que le toma, le sacude; y echa espumarajos, y cruje los dientes, y se va secando; y dije a tus discípulos que lo echasen fuera, y no pudieron. 19 Y respondiendo él, les dijo: ¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo. 20 Y se lo trajeron; y cuando el espíritu vio a Jesús, sacudió con violencia al muchacho, quien cayendo en tierra se revolcaba, echando espumarajos. 21 Jesús preguntó al padre: ¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto? Y él dijo: Desde niño. 22 Y muchas veces le echa en el fuego y en el agua, para matarle; pero si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros, y ayúdanos. 23 Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible. 24 E inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo: Creo; ayuda mi incredulidad. 25 Y cuando Jesús vio que la multitud se agolpaba, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de él, y no entres más en él. 26 Entonces el espíritu, clamando y sacudiéndole con violencia, salió; y él quedó como muerto, de modo que muchos decían: Está muerto. 27 Pero Jesús, tomándole de la mano, le enderezó; y se levantó. 28 Cuando él entró en casa, sus discípulos le preguntaron aparte: ¿Por qué nosotros no pudimos echarle fuera? 29 Y les dijo: Este género con nada puede salir, sino con oración y ayuno.