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Trabajar para Dios
Las buenas obras no nos hacen ganar la salvación, pero sí tienen un efecto en las recompensas eternas.
Como seguidores de Cristo, debemos llevar a cabo su obra, y también ser extensiones vivientes de Él mientras lo hacemos. Al seguir su ejemplo, los cristianos debemos:
- VIVIR COMO SIERVOS DE DIOS. Necesitamos desprendernos del control sobre nuestro tiempo, destrezas y placeres para trabajar en el reino de Dios. Al igual que nuestro Salvador, no debemos actuar por cuenta propia (Jn 5.19). Nuestra tarea es hacer todo lo que Dios nos pida.
- RESPONDER A SU LLAMADO PARA AYUDAR A LOS DEMÁS. Tendemos a limitar nuestro círculo a personas como nosotros, pero debemos luchar contra esta inclinación. Debemos estar dispuestos a atender a las necesidades de extraños y amigos por igual. Y el Señor puede ayudarnos a reconocer esas oportunidades.
- MOTIVARNOS UNOS A OTROS A LAS BUENAS OBRAS (He 10.24). Debemos estimularnos los unos a los otros hacia la piedad y el servicio. Los creyentes debemos fomentar el agradecimiento por lo que Dios ha hecho y la confianza en lo que Él hará.
Las buenas obras no nos hacen ganar la salvación, pero sí tienen un efecto en las recompensas eternas. Nuestras obras serán evaluadas un día. Las hechas sin la dirección de Dios serán quemadas, mientras que las realizadas en obediencia al Espíritu serán recordadas y reconocidas (1 Co 3.10–15). Deje que su amor por Dios le estimule a trabajar en su reino.
Tomada de:https://www.encontacto.org/lea/devocionales-diarios
Dan/Sfd
Unos griegos buscan a Jesús
20 Había ciertos griegos entre los que habían subido a adorar en la fiesta. 21 Estos, pues, se acercaron a Felipe, que era de Betsaida de Galilea, y le rogaron, diciendo: Señor, quisiéramos ver a Jesús. 22 Felipe fue y se lo dijo a Andrés; entonces Andrés y Felipe se lo dijeron a Jesús. 23 Jesús les respondió diciendo: Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado. 24 De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto. 25 El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará. 26 Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará.