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MEDITACIÓN DIARIA

La lucha con los celos

Las comparaciones solo conducen a sentimientos de envidia y celos.

Todos tenemos deseos y esperanzas en la vida. Pero nuestros planes no siempre son la voluntad de Dios, y las cosas que vemos que otros experimentan pueden no ser lo que Él tiene reservado para nosotros. Debemos cuidarnos de compararnos con los demás, pues eso conduce a sentir envidia y celos.

Al nombrar a Saúl como primer rey de Israel, el Señor le dio poder y autoridad sobre la nación. Pero cuando Saúl oyó que las mujeres atribuían mayores elogios a David que a Él, se volvió envidioso y desconfiado. Comenzó a temer que perdería el reino por causa de David, y en definitiva sus celos lo llevaron precisamente a ese resultado.

Tal vez esto parezca un ejemplo extremo, pero puede haber celos escondidos en su propio corazón. Pregúntese si el éxito material, físico o social de alguien está provocando enojo, descontento o ansiedad en usted. Estas emociones suelen ser un indicador de una mentalidad celosa.

Al pensar de esta manera, nos creemos la mentira de que conseguir lo que queremos nos hará felices. Pero la satisfacción no viene de salirnos con la nuestra. Más bien, se inicia con el hecho de aprender a aceptar lo que Dios nos da como lo mejor. Solo Él ve más allá de lo evidente y nos da lo que necesitamos para nuestro bienestar espiritual.

 

Tomado de:https://www.encontacto.org/lea/devocionales-diarios

Dan/Sfd

Y salía David a dondequiera que Saúl le enviaba, y se portaba prudentemente. Y lo puso Saúl sobre gente de guerra, y era acepto a los ojos de todo el pueblo, y a los ojos de los siervos de Saúl.

Saúl tiene celos de David

Aconteció que cuando volvían ellos, cuando David volvió de matar al filisteo, salieron las mujeres de todas las ciudades de Israel cantando y danzando, para recibir al rey Saúl, con panderos, con cánticos de alegría y con instrumentos de música. Y cantaban las mujeres que danzaban, y decían:

Saúl hirió a sus miles,

Y David a sus diez miles.

Y se enojó Saúl en gran manera, y le desagradó este dicho, y dijo: A David dieron diez miles, y a mí miles; no le falta más que el reino. Y desde aquel día Saúl no miró con buenos ojos a David.

10 Aconteció al otro día, que un espíritu malo de parte de Dios tomó a Saúl, y él desvariaba en medio de la casa. David tocaba con su mano como los otros días; y tenía Saúl la lanza en la mano. 11 Y arrojó Saúl la lanza, diciendo: Enclavaré a David a la pared. Pero David lo evadió dos veces.

12 Mas Saúl estaba temeroso de David, por cuanto Jehová estaba con él, y se había apartado de Saúl; 13 por lo cual Saúl lo alejó de sí, y le hizo jefe de mil; y salía y entraba delante del pueblo. 14 Y David se conducía prudentemente en todos sus asuntos, y Jehová estaba con él. 15 Y viendo Saúl que se portaba tan prudentemente, tenía temor de él. 16 Mas todo Israel y Judá amaba a David, porque él salía y entraba delante de ellos.

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