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El camino a la vida eterna
Solo por medio de la fe en Cristo, que murió en nuestro lugar, podemos ser hechos aceptables a Dios.
Un hombre rico se acercó al Señor Jesús y le preguntó: “¿Qué haré para heredar la vida eterna?” (Mr 10.17 NVI). Su creencia equivocada era que la vida eterna se podía ganar. Pero cuando el Señor lo desafió a renunciar a sus riquezas, se alejó. Ese mandato no era el camino para lograr la vida eterna, pero reveló la verdadera condición de su corazón engañado.
Satanás promueve continuamente la falsa idea de que podemos hacernos aceptables a los ojos de Dios. Al igual que el joven rico, muchos hoy creen que el Señor los aceptará porque han hecho buenas obras. Al pensar de esta manera, han establecido su propio estándar de aceptabilidad al mismo tiempo que ignoran el único estándar que importa: el de Dios.
A los discípulos les sorprendió que entrar en el reino de Dios fuera difícil incluso para los ricos. Preguntaron: “¿Quién, pues, podrá ser salvo?”. Y el Señor Jesús respondió: “Para los hombres es imposible, mas para Dios, no; porque todas las cosas son posibles para Dios” (Marcos 10.26, 27).
Toda persona nace siendo pecadora y digna de la condenación eterna, y nada de lo que hagamos pagará nuestra deuda de pecado. Solo por medio de la fe en Cristo, que murió en nuestro lugar, podemos ser hechos aceptables a Dios. Considere qué asombrosa bendición es que, por medio de Él, nuestros pecados son perdonados y recibimos vida eterna.
Tomado de:https://www.encontacto.org/lea/devocionales-diarios
Dan/Sfd
El joven rico
(Mt. 19.16-30; Lc. 18.18-30)
17 Al salir él para seguir su camino, vino uno corriendo, e hincando la rodilla delante de él, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? 18 Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino solo uno, Dios. 19 Los mandamientos sabes: No adulteres. No mates. No hurtes. No digas falso testimonio. No defraudes. Honra a tu padre y a tu madre. 20 Él entonces, respondiendo, le dijo: Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud. 21 Entonces Jesús, mirándole, le amó, y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz. 22 Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones.
23 Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: ¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas! 24 Los discípulos se asombraron de sus palabras; pero Jesús, respondiendo, volvió a decirles: Hijos, ¡cuán difícil les es entrar en el reino de Dios, a los que confían en las riquezas! 25 Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios. 26 Ellos se asombraban aún más, diciendo entre sí: ¿Quién, pues, podrá ser salvo? 27 Entonces Jesús, mirándolos, dijo: Para los hombres es imposible, mas para Dios, no; porque todas las cosas son posibles para Dios.