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El poder positivo de la confianza
Los creyentes que confían en Jesucristo pueden afrontar los retos de la vida con valentía.
Pablo era un hombre seguro de sí mismo. Antes de su salvación, la seguridad en sí mismo del apóstol provenía de la confianza en sus credenciales, sus antecedentes, su educación y su posición. Pero su encuentro con el Señor lo llevó a darse cuenta de que todo eso tenía poco valor (Fil 3.4-8).
La relación de Pablo con Cristo formó el nuevo fundamento de su existencia (Fil 3.8-10). No solo reconoció la insuficiencia de todo en lo que había confiado antes —su conocimiento, sus logros y su autoridad— sino que también renunció a cualquier idea de vivir con independencia del Señor. El apóstol vivía con confianza en el Hijo de Dios (Ga 2.20).
Gracias a la inquebrantable confianza de Pablo en el Señor, creyó en las promesas de Dios de fortalecerlo y guiarlo en cada situación, de satisfacer todas sus necesidades y de no abandonarlo jamás. Pablo creyó lo que el Señor le dijo, y se sentía capacitado para enfrentar la adversidad con valentía. Su confianza no estaba puesta en sí mismo, sino en la presencia, la ayuda y el poder de Dios; por lo tanto, se mantuvo fuerte.
¿Ve el porqué podemos confiar en Cristo? Lo importante no es quiénes somos, ni lo que creemos de nosotros mismos, ni nuestras virtudes o defectos. Confiar en Dios de todo corazón y depender de Él es lo que genera seguridad. ¿Qué tanto confía usted en Dios?
Biblia en un año: Números 26-27
Tomado de : https://www.encontacto.org/lea/devocionales-diarios
4 Aunque yo tengo también de qué confiar en la carne. Si alguno piensa que tiene de qué confiar en la carne, yo más: 5 circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo; 6 en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible. 7 Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. 8 Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, 9 y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe; 10 a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte, 11 si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos.
12 No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. 13 Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, 14 prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
Dan/Sfd