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Confianza centrada en Cristo
Pasar tiempo en la Palabra de Dios y en oración profundiza nuestra confianza en el Señor.
¿Sabía usted que puede desarrollar su confianza en Dios? Esta crece cuanto más meditamos en su Palabra, sabemos quién es Él y nos acercamos al Señor en oración. Confiar en que Dios nos da:
- CRECIMIENTO ESPIRITUAL. Confiar en Dios significa que buscamos su guía y su fortaleza en medio de nuestros problemas. A la vez, experimentamos la presencia, la ayuda y el poder del Espíritu Santo y, como resultado, el crecimiento espiritual. Por medio de la seguridad que tengamos en el Señor, lograremos mucho más de lo que imaginamos (Ef 3.20).
- PAZ. Cuando nuestra seguridad descansa en Dios y demostramos estar convencidos de sus promesas, sentimos paz. Isaías 26.3 dice: “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado”. No obstante, nuestra actitud calmada vacilará cuando mezclemos la confianza en Él con la confianza en nosotros mismos.
- INFLUENCIA. Otros se darán cuenta cuando observen que Dios inspiró nuestra confianza. Cuando nos vean lograr algo inesperado, crecer espiritualmente o exhibir paz interior, querrán tener lo que tenemos. Entonces, es probable que podamos inspirarles a conocer al Salvador.
¿Revelan sus acciones confianza en Cristo? El Señor es digno de nuestra confianza (Ap 5.12).
Biblia en un año: Números 28-30
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Ministros del nuevo pacto
3 ¿Comenzamos otra vez a recomendarnos a nosotros mismos? ¿O tenemos necesidad, como algunos, de cartas de recomendación para vosotros, o de recomendación de vosotros? 2 Nuestras cartas sois vosotros, escritas en nuestros corazones, conocidas y leídas por todos los hombres; 3 siendo manifiesto que sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón.
4 Y tal confianza tenemos mediante Cristo para con Dios; 5 no que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios, 6 el cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica.
Dan/Sfd