En audio
|
Bienvenido a casa
Hagamos de nuestras iglesias lugares acogedores que dirijan a los perdidos hacia Cristo.
La iglesia debe ser un lugar donde encontremos fortaleza y compañeros para nuestro camino de fe. Pero no podemos olvidar a los que están fuera de la congregación. Ellos también necesitan saber del Señor Jesús y experimentar su amor extraordinario.
Primera de Pedro 2.4-10 es un pasaje maravilloso que explica quiénes somos en Cristo. Somos las “piedras vivas” de su Iglesia, “una nación santa” reunida por Aquel que nos “llamó a salir de la oscuridad para entrar en su luz maravillosa”. A veces, podemos sentir la tentación de cerrar filas contra el mundo, de pensar en la vida como una situación de “nosotros contra ellos”. Sin embargo, Pedro nos dice claramente que eso no es cierto. “Ustedes antes ni siquiera eran pueblo, pero ahora son pueblo de Dios” (2 P 2.10 DHH).
Nuestro Padre celestial no cerró la puerta de la iglesia en el momento que la cruzamos. No proclamó que el club estaba lleno y prohibió la entrada de nuevos miembros. Lejos de eso. Todos los días se agregan “piedras vivas” en todo este grande y hermoso mundo nuestro, y es nuestro privilegio darles la bienvenida a casa. Por tanto, hagamos que nuestras iglesias sean cálidas y acogedoras, lugares donde las personas se sientan seguras y respetadas, y donde abunde
el amor de Dios.
Biblia en un año: 2 Crónicas 8-10
Tomado de:https://www.encontacto.org/lea/devocionales-diarios
La luz del mundo
14 Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. 15 Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. 16 Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.
Dan/Sfd