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Las bendiciones de la paciencia
A veces, cuando llegamos a nuestro destino, nos damos cuenta de que la mayor bendición fue el viaje.
León Tolstói tardó seis años (y al menos siete borradores) para escribir Guerra y paz, pero su novela es hoy una de las mayores obras maestras de la literatura de todos los tiempos. Ludwig van Beethoven esperó aún más tiempo para llevar al escenario su mejor composición: la Novena Sinfonía. Le tomó nada más y nada menos que tres décadas.
¿Y si estos hombres simplemente se hubieran rendido? ¿Y si no hubieran superado todas las frustraciones y contratiempos? ¿Y si hubieran escuchado a todos los que les decían que no era
posible? Habrían salido perdiendo, y nosotros también.
A veces, las promesas de Dios también pueden parecer lejanas y demasiado difíciles de alcanzar; por eso muchas personas buscan atajos. Después de todo, piensan: si Dios nos hace una
promesa, ¿no querría que la alcanzáramos y la disfrutáramos lo antes posible? No necesariamente. Cuando tratamos de manipular las circunstancias y “ayudar” al Señor a cumplir su promesa, es posible que nos interpongamos en el camino de lo bueno que Él tiene en mente para nosotros. Por esta razón, debemos ser pacientes y recordar que la confianza y la sabiduría son bendiciones que adquirimos mientras esperamos.
Biblia en un año: 2 Crónicas 24-25
Tomado de:https://www.encontacto.org/lea/devocionales-diarios
9 No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos.
Dan/Sfd