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San Juan
¡Ese 24 de junio!
Un cuento de Darío Nin (Dan)
El cielo se peinó con un enorme rastrillo. Se veía como con los cabellos sueltos, en una cabellera gris. El peinando del cielo parecía al de Donatilio al que la muchachada molestaba llamándole “facundo”, el hermano de Arturo, los hijos de la vieja Ultimia.
A Ultimia todos la consideraban bruja, no sólo porque era anciana, sino porque ensalmaba y curaba el mal de ojo, las malas pisadas y las picadas de araña. Además, nunca fue de mucha compañía, de vez en cuando, en la casa se veía el viejo Roberto, su marido, un anciano delgado de piel blanca, con algunas manchas que le regalaron los años que había vencido. Roberto se veía pálido, con poca vida, pero ahí estaba siempre en el rancho. Arturo y Donatilio dormían en la enramada de al lado. Pero salían casi todo el día uno a pescar el otro a vigilar los montes como el foresta del pueblo.
Ese 24 de junio, día de San Juan, todos los del pueblo lo esperan con ansias. Lo consideran el día de fiesta regional, no solo en ese pueblo si no en muchos otros de la comarca, con San Juan de la Maguana a la cabeza, pues es su santo Patrón
Es el día esperado para la competencia de caballos; que ya desde temprano tocan el cuero de la tierra como tambor africano.
El 24 de junio, día de San Juan era un día poderoso, con influencia en la vida o la muerte de las aves. Todo nido debía quedar vacío antes de que llegara, pues, si los pajaritos no volaban le caigan gusanos y morían. Los huevos había que aprovecharlo antes de ese día pues, si los pájaros tenían huevos en sus nidos y San Juan llegaba, se podrían, porque se podría, se volvían hueros.
Ese día 24 del mes que parte año exactamente en dos, a la mitad, todos tenían permiso para levantarse primero que el sol para bañarse, no así, para montar caballos; pues, los caballos tenían mucho brío y estaban preparados para la competencia, sólo los buenos jinetes podían montarlos, pero no se prohibía que cualquiera lo hiciera a su propio riesgo.
Los dias de San Juan el sol se levantaba tarde o si se levantaba no podía exhibirse, porque la cortina de agua que colgaba del techo infinito se lo impedía. Eso sí, San Juan es un día maravilloso, ese día son abiertas las compuertas del cielo y los ríos bañan a lo que estan abajo, amén de que todos van a las fuentes más cercana, cantando a coro, “Si San Juan supiera cuál fuera su día, el cielo y la tierra hoy se juntarían”. Canción que estaba prohibida cantarla en otra fecha. Sólo el día de san Juan, 24 de junio estaba permitido cantarla por todos los que se levantaban para mojarse en la segura lluvia que cae ese día y en río del pueblo donde todos acuden como salmón a desovar
No todos cantaban el coro, pues alguien iba mudo, en silencio total, pues ese ritual era sagrado si se quería tomar agua para que se convierta en agua bendita.
La vieja Ultimia era de las que guardaba el ritual y a ella acudían todos los que necesitaban agua bendita, para el bautismo que se podía hacer en la casa si era de agua, para espantar a los malos espíritus que pudieran venir del lado opuesto al cielo y para despedir a su eterna morada a los que pasaban a una mejor vida. A los vivos le servía para quitar el empache o embuche, pues un trago de esta agua, desataba cualquier malestar de este tipo.
Ultimia nunca fue la última en levantarse, muy por el contrario, siempre fue La primera y apresuraba el paso lo más que podía para que nadie llegase antes que ella a la fuente. Tampoco acompañaba a la multitud, pues podía aparecer un gracioso que quisiera saludarla para que ella rompiera el ritual contestando el saludo.
Sólo dos o tres se levantaban con el propósito de recolectar el agua bendita, que debía ser tomada el día de San Juan, pero entre ellas se contaba a Ultimia
Esa madrugada, la anciana se levantó como lo hacía cada año, tomó dos “cambumbos”, uno en cada mano ya que desea agua suficiente para que le dure todo el año. Sale antes que cualquier otro mortal, rumbo al cachón que conduce el agua al pueblo. La lluvia arrecia, bajar hasta el cachón se torna dificultoso, sobre todo para Ultimia, anciana, sola y con las manos ocupadas. Intenta bajar como pude, pero sus pies se le adelantan y no quisieron obedecer el freno que intentó ponerle, cayendo la infeliz al suelo en estruendoso encuentro con su parte sur costera
Un ¡Ay… caramba!! ¡Ya hablé! hasta el año que viene no hay agua bendita. ¡Caray… que desgracia!
Dan/Sto Dgo. /Sfd. 06/2023
Un cuento para revivir las tradiciones, leyendas, que nos identifican como dominicanos, sobretodo regionalismo sureño. Útil para para buscar y comprender figuras literarias y trabajar valores.
Aunque el día de San Juan el Bautista trasciende la República Dominicana, son tradiciones que por muchos años han unido generaciones. Hoy van desapareciendo. Se celebra en muchos países europeos y de América, entre los que se cuentan: España, Irlanda, Inglaterra, Portugal, Noruega, Dinamarca, Suecia, En América es tradición en Argentina, Brasil, Bolivia, Colombia, Cuba, Chile, Paraguay, Perú, Puerto Rico, Venezuela y República Dominicana.
Dan/Sfd