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En las grandes profundidades de Dios
Descubrimos lo mejor de Dios solo por experiencia propia.
El discernimiento espiritual es la capacidad de ver las cosas desde el punto de vista del Señor. Lo cual significa ser capaz de separar la verdad de la mentira y de percibir la distinción más sutil entre lo que es bueno y lo que es mejor. Pero ¿cómo podemos adquirir esa habilidad?
En su obra clásica En pos de lo supremo, Oswald Chambers nos da la respuesta. Él escribe: “Ponga todo en su vida a flote sobre Dios, saliendo al mar en la gran marea creciente de su propósito, y sus ojos serán abiertos. Si cree en Cristo, no debe pasar tiempo en las aguas tranquilas del puerto, lleno de alegría, pero siempre atado al muelle. Tiene que salir más allá del puerto, hacia las grandes profundidades de Dios, y comenzar a conocer las cosas por usted mismo, comenzar a tener discernimiento espiritual”.
La tranquila obediencia es el primer paso para ganar entendimiento, y es algo que solo Dios puede concedernos (1 Co 2.12). No obstante, si nos sometemos a las enseñanzas de nuestro Padre celestial y “cortamos las cuerdas que nos atan al muelle”, como recomienda Chambers, seremos bendecidos (Jn 13.16, 17). Este es el deseo de Dios para nosotros. ¿Cómo podríamos querer algo menos?
Tomado de:https://www.encontacto.org/lea/devocionales-diarios
97 ¡Oh, cuánto amo yo tu ley!
Todo el día es ella mi meditación.
98 Me has hecho más sabio que mis enemigos con tus mandamientos,
Porque siempre están conmigo.
99 Más que todos mis enseñadores he entendido,
Porque tus testimonios son mi meditación.
Dan/Sfd