Mañanguito: Un cuento de Darío Nin

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Mañanguito

Un cuento de Darío Nin

Mañanguito tenia una luna creciente en la boca que dejaban ver sus blancos diente de forma permanente. Siempre sonreía salvo cuando su padre un moreno robusto ojos “coloraos”, a quien todos conocíamos como Mañango, le peleaba, y lo hacía muy a menudo. Eso le apagaba la alegría al muchacho, le cerraba la boca y le hacía bajar la cabeza.

Mi abuelo Eduardo y Mañango se trataron como vecinos por mucho tiempo; un día, le pregunté al abuelo por él y me contestó parcamente; lo que me dio a entender aun siendo yo muy pequeño, que algo no andaba bien entre ellos. Luego la abuela me había explicado que habían discutido, no sé por qué cosa

Yo no quería ese distanciamiento, Mañango de vez en cuando me saludaba con cariño.

Mañanguito tenía una hermana, “La Maria”, quien se casó con un puertoplateño que llegó como policía al pueblo, a quien le llamaban Pablo el policía, para distinguirlo cuando de él se hable de Pablo “la garza”, el marido de Pilar la madre de Juan: Pablo el policía trabajaba ebanistería en su tiempo libre. Lo de la ebanistería me acuerdo muy bien porque una vez curo unas bolitas de agua que me salían en la mano pensándole una lija de agua y luego poniéndome un “lustre color marrón” que usaba para curar madera.

Pablo era sumamente agradable, lo traté muchos años y luego por azar del destino conocí a su madre la vieja Saturnina en el barrio Simonico de Villa Duarte en la capital

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Ese día, como cada día, el polvo recorría los espacios que estaban destinados a ser calles cuando el destino se cuajara en el tiempo. El polvo arenoso, que obligaba a cerrar los ojos y a detenerse hasta que amainara permitiendo volver a abrirlos para poder reanudar la marcha, o hasta que un remolino, una especie de mini tornado que se formaba a cada instante pasara

___ “Sin vergüenza…” se le oía decir en alusión a Mañanguito, yo entendía que Mañango, quien no sabía leer como el común denominador de los hombres del pueblo, era muy bruto, pues decirle sinvergüenza a un varón era darle el trato de hembra, pues la gran mayoría de los lugareños cuando empleábamos la palabra en alusión a un varón, le decíamos “sinverguenzo” para hacer coincidir el género con la palabra o adjetivo. Sólo Mañango sabia como borrarle la sonrisa a Mañanguito. Caray…, y lo hacía muy a menudo, pero Mañanguito era dócil, obediente y trabajador, nunca entendí el por qué, lo de llamarle “sinvergüenza”.

Los muchachos pasaron por Mañanguito, quien vivía junto a su hermana María y a su padre Mañango, nunca conocí ahí a su madre; cuando la razón se airó en mi azotea, esa fue la realidad que” improntó” por lo que ahí no había más mujer que Maria, la hermana de Mañanguito, la hija de Mañango, que hacia cada noche un refresco a base de leche, limón hielo y azúcar que despues supe que a eso le llamaban “morisoñando” lo hacía con la leche que traían cada día del potrero.  En la noche María hacia el refresco sabrosísimo y nos llamaba como vecinitos más cercanos para compartirlo con nosotros, ya a la luz de la “jumiadora” porque “la luz” no era democrática en el pueblo, solo algunos “privilegiados económicos” o pobres sacrificados la tenían ´La mayoría nos aluzábamos a querosén y nos abanicábamos con un pedazo de cartón para asustar un poco con el vaivén del brazo, el infernar calor que se mudaba al pueblo y dormía en cada cuarto del rancho.

Sí, ese día los muchachos pasaron para convidar a Mañanguito a buscar mangos a los conucos de Eliseo, propiedad que estaba muy cercana al pueblo caminando con direccion al cachón, despues de pasar la alcantarilla del canal. por esa zona cercano al de “Papacito” el de la vieja Dermiría, el marido de Quinín y padre de Chúnchara, quien, si mal no recuerdo, este último fue de los que pasó por Mañanguito, junto a Roberto el de Coco y Elsa y Ñengo el de Lidia y Edigen. Yo no era del grupo, pues los años no me alcanzaban, pero acompañaba a Roberto “pa´rriba y pa´bajo” como su apéndice.

Mañanguito se negó en principio, no sé alegando qué, pero la muchachada lo convenció y   él le acompañó. Creo que después supe su insistencia para que le acompañara, Mañanguito se encaramó en la mata de mango que era una mata ajena, pertenecería a un señor llamado Eliseo o a Efrain a uno de ellos, creo que eran padre e hijo, hablo de Eliseo el de los pasos, el que crio a francisquito un haitiano que todos querían en el pueblo, pues llegó siendo un pito, muy pequeño, aprendió a hablar el español si acento de patois y hasta a la escuela fue.

Encaramado en el cogollito de la mata, creo que Mañanguito estaba en capacidad de divisar todo el panorama a su alrededor, por lo que creo que fue el primero que vio entre la vegetación a Efrain acercarse con tres perros que había mandado a adelantarse par que nos impidieran la fuga.

Con el primer ladrido audible el grupo empezó a correr, yo detrás, pues mis pequeñas ´piernas no ganaban mucho en cada zancada, Mañanguito, sabiendo el inminente peligro que se le avecinaba apresuro su bajada, tanto así, que la gravedad lo ayudo en el último cuarto de tramo, lo haló por la cabeza en un aterrizaje forzoso contra el suelo.

Todos se dieron cuenta de la estrepitosa caída de Mañanguito, pero nadie se detuvo, al contrario, apresuraron su paso para alejarse de allí. Yo que veo a un lado y al otro, no lo pensé dos veces, no podía dejar a Mañanguito abandonado a su suerte, me devuelvo corriendo a socorrer al caído desafiando la muy alta posibilidad de que no me alcanzara el tiempo antes de la llegada de los canes. Llego donde Mañanguito quien despidió la conciencia por unos segundos, y cuando trato de ayudarlo la ausente le regresa, éste se incorpora como por un resorte, sale huyendo en la misma direccion de los que primero lo hicieron y de donde yo había regresado para socorrerlo.  Mañanguito no se percató de mí, sólo atinó a correr y me dejó a distancia con los perros cada vez más cerca. Brincaron la empalizada por la puerta de trancas cruzadas. Primero lo hizo el primer grupo, luego Mañanguito. Los perros aceleraron mi instinto de sobrevivencia… los perros cerca, la puerta alta para mi… pero al inocente Dios le cuida y lo convierte en angel por un momento prestándole alas.

Dan/ Sto Dogo. 11/06/2023

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