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Megaembalses agrícolas | La batalla por el acceso al agua en Francia

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Por Bryan Carter

Poco después de la manifestación contra el proyecto de reserva alternativa de agua en Sainte-Soline, nuestro reportero Bryan Carter acude allí para comprender los motivos del enfado y las posibles repercusiones de estos problemas a nivel de la UE.

En el oeste de Francia, el Marais poitevin, el segundo humedal más grande del país, es el epicentro del conflicto por los megadepósitos de agua para uso agrícola, oficialmente llamados reservas alternativas. Quienes se oponen a ellos los llaman “embalses” o “megaembalses”.

Resistencia con varios frentes abiertos

Donde estos proyectos ven la luz, se organiza la resistencia. En primer lugar, en el plano legal. Organizaciones ecologistas han denunciado varias reservas alternativas, que han sido declaradas ilegales por tener estudios de impacto insuficientes.

Después, en el frente de acción directa, con el sabotaje de varias de estas cuencas.

Último frente: la movilización de masas. Así, el 25 de marzo de 2023, una manifestación no autorizada en Sainte-Soline reunió a entre 6000 y 30 000 personas, según las fuentes, y marcó un punto de inflexión histórico en la lucha por el acceso al agua, por su magnitud, pero también por las imágenes de enfrentamientos entre policías y manifestantes, que dejaron más de 200 heridos, entre estos últimos.

Unas semanas más tarde, encontramos en Deux-Sèvres, a Mathieu, militante de ‘Bassines Non Merci’, que nos cuenta que la evolución del movimiento hacia métodos más frontales no es casual.

“Durante cuatro años barrimos todos los posibles campos de acción, con movilizaciones, conferencias, mesas redondas, debates públicos”, explica. “Vemos que a pesar de eso no es posible el diálogo y que empiezan los primeros proyectos; efectivamente, en ese momento también hay una evolución, en nuestra forma de movilización”, reconoce. “Esto no impide que sigamos adelante con este pedido de reapertura del diálogo y una moratoria porque esa es la única manera que tenemos de lograrlo”, dice.

Así, la lucha continúa del lado de activistas como Joëlle Lallemand, presidenta de la APIEEE (Asociación para la Protección, Información y Estudios del Agua y su Medio Ambiente). Ella nos da su punto de vista: “Todavía hay lugares preservados (en el Marais poitevin), pero se están reduciendo porque en todas partes la tendencia ha sido, durante años, destruir los prados húmedos y reemplazarlos con maíz”, explica.

El portavoz de ‘Bassines Non Merci’, Jean-Jacques Guillet, añade: “Antes de hacer embalses, sería bastante deseable restaurar estos humedales que sirven como almacenamiento de agua, pero que al mismo tiempo sirven para descontaminar el agua. Si mañana, hay que tratar de encontrar soluciones para mitigar el calentamiento global, la solución no es poner el agua de las aguas subterráneas al sol, es hacer todo lo posible para volver a poner el agua en el suelo: ahí es donde está mejor, protegida de la luz y la contaminación”, señala.

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Jean-Jacques Guillet, portavoz de ‘Bassines Non Merci’.Euronews

Radiografía de los megaembalses agrícolas

Estos megaembalses son un agujero de varias hectáreas cubierto con una lona impermeable, en el que se almacena agua para regar terrenos agrícolas durante el verano. La particularidad de estas reservas es que se llenan mediante bombeo de aguas subterráneas durante los meses de invierno.

Si bien el sistema tiene 40 años de existencia, fue en 2007 cuando vieron la luz los primeros proyectos colectivos, apoyados por el Estado. Hoy hay más de cien, en proyecto o terminados, en el oeste de Francia.

François Pétorin es el director de la Coop de l’eau 79. Esta cooperativa de 220 explotaciones lleva a cabo un proyecto de 16 reservas alternativas, en un área que incluye el Marais poitevin y los ríos que lo alimentan. Solo uno se ha completado hasta ahora.

Al final, la mayor reserva será la de Sainte-Soline, odiada por los manifestantes, que tendrá una capacidad de más de 600 000 m³ de agua, el equivalente a 250 piscinas olímpicas.

“Soy agricultor, productor de cereales y semillas”, dice François Pétorin. “El proyecto partió de los grandes años de sequía que tuvimos: 2005, 2007 y también 2003 y por lo tanto, decretos prefecturales, muy tempranos, que nos prohibían regar en primavera y verano, por lo tanto con rendimientos penalizados, catastróficos, incluso en trigo”, explica. “Entonces, hoy, el almacenamiento de agua es una de las soluciones que ayuda a mantener la agricultura del territorio”, dice.

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François Pétorin, agricultor y director de la Coop de l’eau 79.Euronews

¿Qué tipo de agricultura?

Pero, ¿qué tipo de agricultura? Esto es lo que está en juego en el conflicto por las reservas alternativas. Los detractores abogan por la denominada agricultura “campesina”, más ecológica, basada principalmente en el agua de lluvia. Frente a ellos, los agricultores de riego, como François Pétorin, que representan solo el 7 % de las tierras agrícolas francesas, pero que utilizan más de la mitad del agua consumida en el país, en particular para el cultivo de cereales, como el maíz.

Este riego ahora se ve amenazado por la crisis climática y las repetidas sequías. De ahí la idea de sustituir los bombeos de agua en verano por bombeos en invierno, cuando el agua es, en teoría, más abundante. Una idea apoyada activamente por las administraciones públicas que aportan el 70 % del coste total del proyecto Coop de l’eau, estimado en 76 millones de euros. Según sus propios promotores, el almacenamiento de agua sería, por lo tanto, sobre todo un medio para eludir las reglas que limitan el uso de los recursos hídricos en tiempos de sequía.

Una derogación denunciada por la hidróloga Emma Haziza que la ve no solo como una forma de privatización del agua, sino también como un peligro para todo el ecosistema.

“Si quieres una buena agricultura, necesitas un nivel de agua subterránea bastante alto”, explica. “El nivel de las napas freáticas afecta directamente la cantidad de agua en las primeras capas del suelo, lo que se llama agua verde, pero también lleva agua directamente a todos los manantiales y a todos los ríos. Y este intercambio, si lo cortas tomando esta bolsa de agua y poniéndola completamente desconectándola del medio, no solo colapsarás más rápido el agua en el río, sino todos los seres vivos que lo acompañan”, advierte.

Según esta investigadora, existe un consenso científico para afirmar que estos embalses agrícolas corren el riesgo de agravar las sequías y son una mala adaptación a la crisis climática.

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Emma Haziza, hidróloga.Euronews

¿Datos obsoletos?

Por su parte, la Coop de l’eau 79, así como el Gobierno francés, continúan apoyándolos en base a un informe de la Oficina de Investigación Geológica y Minera,(BRGM), según el cual las reservas alternativas tendrían un _”impacto limitado”_sobre las aguas subterráneas y los caudales de los ríos. Un informe criticado por varios expertos y matizado por el propio BRGM durante una audiencia en el Senado francés.

“Este estudio se basa en datos de 2001 a 2011, datos que están totalmente obsoletos porque el cambio climático comienza a verse a partir de 2016-2017 en Francia”, explica Emma Haziza. “A partir de ahí, comenzamos a tener períodos no invernales y períodos en los que ya no tenemos recarga en nuestras aguas subterráneas”, dice. “En realidad”, continúa, “ni siquiera es una solución, ya ni siquiera es una mala adaptación, se está volviendo completamente loco ir hacia estas soluciones. Sin embargo, las estamos poniendo en práctica en todas partes”, lamenta.

Pese a la polémica, el Gobierno francés reclama el uso de reservas alternativas, en su plan para la aplicación de la nueva Política Agrícola Común: una dotación de 45 000 millones de euros entre 2023 y 2027, para apoyar la agricultura francesa.

“Interés” por parte de la Comisión Europea

Desde 2021, los antiembalses han llevado sus demandas a un nivel superior, a nivel europeo, en forma de peticiones, acusando a este tipo de proyectos de vulnerar varias directivas medioambientales europeas.

Si la Comisión Europea reconoce ciertas carencias y dice que se toma este caso muy en serio, se remite, de momento, a los tribunales franceses para asegurarse de que los embalses cumplen con el derecho comunitario.

¿Efecto dominó?

¿Presagia esto la extensión de estas reservas alternativas y las tensiones que traen al resto de la UE?

A finales de abril, como cada mes, se reunieron los ministros de Agricultura de los 27 Estados miembros bajo los auspicios del Consejo de la Unión Europea. Era su primera reunión desde la manifestación de Sainte-Soline. Una oportunidad para preguntar a la presidencia sueca de este Consejo y al comisario europeo de Agricultura si hay algún debate sobre la posible exportación de este modelo a otros Estados miembros de la Unión Europea y si, a nivel de la Comisión, este podría ser algún día el objeto de una recomendación a los Estados miembros.

“No es algo que hayamos discutido en este Consejo, no estaba en la agenda, pero eso, por supuesto, puede cambiar”, admitió Peter Kullgren, ministro sueco de Asuntos Rurales. Janusz Wojciechowski, comisario europeo de Agricultura, dijo: “Estamos abiertos a debatir sobre esta propuesta, que es interesante y digna de consideración”. Interés potencial en los megaembalses de los Estados miembros y la Comisión Europea.

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Janusz Wojciechowski, comisario europeo de Agricultura, y Peter Kullgren, ministro sueco de Asuntos Rurales.Euronews

El peso de los lobbies agrícolas

¿Qué pasa con el Parlamento Europeo? Le hacemos la pregunta al presidente de la Comisión de Medio Ambiente, el francés Pascal Canfin, quien dice que apoya las reservas alternativas de agua bajo ciertas condiciones:

“Un megaembalse puede ser simplemente una huida hacia delante, pero si está vinculado a cambios en las prácticas de los agricultores que, por ejemplo, cambiarían a cultivos que necesitan menos agua, sería una forma de asegurar su transición”.

Sin embargo, según este eurodiputado, esta transición se enfrenta a un gran obstáculo: la poderosa Comisión de Agricultura del Parlamento Europeo. “Se opone a todos los textos europeos que buscan precisamente impulsar el cambio de prácticas agrarias, al texto sobre pesticidas, al de restauración de la naturaleza o al de emisiones industriales de la ganadería”, enumera lel eurodiputado.

“Creo que tenemos que encontrar un compromiso que sea viable para los actores sobre el terreno y puedo decirles que es una batalla muy importante contra una serie de grupos de presión agrícolas”, añade.

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