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Cómo reaccionar ante la adversidad
En circunstancias difíciles, quienes invocan al Señor descubren que Él es todo lo que realmente necesitan.
7 de julio de 2023
Si usted alguna vez ha tenido una astilla en el dedo o una piedrita en el zapato, sabe lo molesto que puede ser el dolor. No todos nuestros problemas son tan pequeños ni se quitan tan fácilmente. A veces nos acompañan por años y pueden parecer insoportables. Es posible que las circunstancias no estén bajo nuestro control, pero nuestra respuesta sí. Podemos angustiarnos y alejarnos de Dios, o podemos confiar en Él.
Pablo tenía un “aguijón” (o astilla) en su vida. No se nos dice qué (o quién) era la dolorosa molestia, pero ella lo atormentaba y humillaba. Oró tres veces para que le fuera quitada, pero Dios solo le prometió gracia para que su poder se perfeccionara en la debilidad.
Cuando nos faltan las fuerzas, comenzamos a descubrir que podemos hacer frente a las dificultades y el dolor porque el Todopoderoso está con nosotros, prometiéndonos que “esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria” (2 Co 4.17). En el sufrimiento, nos acercamos más a Dios, y “la paciencia [tiene] su obra completa, para que [seamos] perfectos y cabales, sin que [nos] falte cosa alguna” (Stg 1.4).
Pablo aceptó bien esa respuesta, pues se regocijaba en su debilidad ya que había aprendido el secreto del contentamiento: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Fil 4.12, 13).
Tomado de:https://www.encontacto.org/lea/devocionales-diarios
6 Sin embargo, si quisiera gloriarme, no sería insensato, porque diría la verdad; pero lo dejo, para que nadie piense de mí más de lo que en mí ve, u oye de mí. 7 Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera; 8 respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. 9 Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. 10 Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.
11 Me he hecho un necio al gloriarme; vosotros me obligasteis a ello, pues yo debía ser alabado por vosotros; porque en nada he sido menos que aquellos grandes apóstoles, aunque nada soy. 12 Con todo, las señales de apóstol han sido hechas entre vosotros en toda paciencia, por señales, prodigios y milagros.
Dan/Sfd