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Dios es nuestro Sustentador
Nuestro amoroso Padre celestial nos invita a llevarle nuestras cargas y a aceptar la fortaleza que nos ofrece.
Si usted alguna vez ha cargado algo muy pesado, tal vez recuerde la sensación de alivio cuando finalmente pudo dejarlo. Tal vez incluso pudo pasar la carga a una persona más fuerte y capaz. Por supuesto, no todas las cargas son físicas. De hecho, las cargas emocionales o espirituales suelen parecer más pesadas e imposibles que las tangibles. En el salmo de hoy, David estaba agobiado por muchos problemas y preocupaciones, y sin duda todos podemos identificarnos con su deseo de “volar hasta encontrar reposo” (Sal 55.6 NVI).
No importa cuáles sean nuestros desafíos, no debemos olvidar que cada circunstancia de la vida es tamizada amorosamente por los dedos de nuestro Padre celestial antes de llegar a sus hijos.
Desde la perspectiva del Señor, las cosas que parecen ser demasiado para nosotros son oportunidades para aprender a depender de Él. Dios no quiere que ninguno de nosotros lleve una carga solo. Por el contrario, nos dice que se la demos (Sal 55.22) y promete acompañarnos en los momentos difíciles, pase lo que pase. Entregarle nuestras preocupaciones a Dios significa dejarlas totalmente bajo su control y permitirle que sea nuestro “refugio para [librarnos] del viento borrascoso y de la tempestad” (Sal 55.8 NVI).
Biblia en un año: Eclesiastés 9-12
Plegaria pidiendo la destrucción de enemigos traicioneros
Al músico principal; en Neginot. Masquil de David.
55 Escucha, oh Dios, mi oración,
Y no te escondas de mi súplica.
2 Está atento, y respóndeme;
Clamo en mi oración, y me conmuevo,
3 A causa de la voz del enemigo,
Por la opresión del impío;
Porque sobre mí echaron iniquidad,
Y con furor me persiguen.
4 Mi corazón está dolorido dentro de mí,
Y terrores de muerte sobre mí han caído.
5 Temor y temblor vinieron sobre mí,
Y terror me ha cubierto.
6 Y dije: ¡Quién me diese alas como de paloma!
Volaría yo, y descansaría.
7 Ciertamente huiría lejos;
Moraría en el desierto. Selah
8 Me apresuraría a escapar
Del viento borrascoso, de la tempestad.
9 Destrúyelos, oh Señor; confunde la lengua de ellos;
Porque he visto violencia y rencilla en la ciudad.
10 Día y noche la rodean sobre sus muros,
E iniquidad y trabajo hay en medio de ella.
11 Maldad hay en medio de ella,
Y el fraude y el engaño no se apartan de sus plazas.
12 Porque no me afrentó un enemigo,
Lo cual habría soportado;
Ni se alzó contra mí el que me aborrecía,
Porque me hubiera ocultado de él;
13 Sino tú, hombre, al parecer íntimo mío,
Mi guía, y mi familiar;
14 Que juntos comunicábamos dulcemente los secretos,
Y andábamos en amistad en la casa de Dios.
15 Que la muerte les sorprenda;
Desciendan vivos al Seol,
Porque hay maldades en sus moradas, en medio de ellos.
16 En cuanto a mí, a Dios clamaré;
Y Jehová me salvará.
17 Tarde y mañana y a mediodía oraré y clamaré,
Y él oirá mi voz.
18 Él redimirá en paz mi alma de la guerra contra mí,
Aunque contra mí haya muchos.
19 Dios oirá, y los quebrantará luego,
El que permanece desde la antigüedad;
Por cuanto no cambian,
Ni temen a Dios. Selah
20 Extendió el inicuo sus manos contra los que estaban en paz con él;
Violó su pacto.
21 Los dichos de su boca son más blandos que mantequilla,
Pero guerra hay en su corazón;
Suaviza sus palabras más que el aceite,
Mas ellas son espadas desnudas.
22 Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará;
No dejará para siempre caído al justo.
23 Mas tú, oh Dios, harás descender aquellos al pozo de perdición.
Los hombres sanguinarios y engañadores no llegarán a la mitad de sus días;
Pero yo en ti confiaré.
Dan /Sfd