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Hoy día, muchas empresas nacidas dentro de un mundo análogo (no digital) y cuyas “estrategias de éxito” fueron implementadas a la “vanguardia de la época”, siguen siendo lideradas por profesionales excelentísimos pero en constante guerra contra la revolución digital y los nuevos modelos de negocio que rigen el mercado actual.
La visión limitada de negocio y la poca adaptación al cambio, condenan por desconocimiento o terquedad, el avance y evolución de esos en su momento “prósperos negocios”.
Con esto no quiero decir que el profesional que ya ha vivido unos “cuantos años” y el cual posee una incalculable experiencia debería ser desechado, pero si este no vive en constante evolución y se ha quedado rezagado por falta de atención e interés ante las nuevas tecnologías o por decirlo de otra manera; no procede a “actualizar su software” ante los nuevos panoramas y constantes cambios del mundo en el cual vivimos, debería ceder la autoridad a aquellos cuyas habilidades y entendimiento del panorama actual puedan tomar las decisiones más acertadas y relevantes que aporten mayor competitividad y en su lugar realizar la función de asesores en las áreas empresariales menos cambiantes pero en igual medida importantes: gestión de personal, manejo de finanzas y control de presupuestos, formación en materia de negociación, manejo de crisis, entre otros.
De igual manera; todas las empresas independientemente de si son gestionadas o no por una antigua o nueva generación, si desean tener éxito ante los nuevos retos, deben adoptar como política y estrategia el uso de la “prueba y error”.
No porque una estrategia haya funcionado hace 20 años lo hará hoy. El mundo ha cambiado y los consumidores también. Ya no estamos a ley de mayor oferta sobre demanda, sino que es hoy el consumidor el que decide y debemos “enamorarle” y convencerle para que nos elija sobre los demás.
Citando a Charles Darwin;
“Aquellas especies que no son capaces de adaptarse a su entorno sencillamente mueren”