Razón y locura y la expresion del sentimiento.

En audio

Las letras que trascribo me la hizo llegar su autor, despues de haber leído un escrito que publiqué este mismo día citando a Marshall Rosenberg y su lenguaje de no violencia en la parte  que tiene que ver con el dolor de no expresar las emociones.

Allí en ese artículo cuento “la comitragedia”, que vivió la madre del autor de la obra cuando era adolescente y al final hago el intento de recordar una tragedia relatada en una canción  que se adaptaba a la situación narrada.

Al leerlo, el autor de las letras que continúan después de este párrafo, me las hace llegar y no podían ser más oportunas y más coincidentes.  ¡Disfrute usted…!

“Razón y locura”

“Lloraba ella sentada en aquel solitario parque donde sus pensamientos los unían. En donde el viento medía sus palabras y la distancia martirizaba con pena la llama inapagable
de su amor.

En aquel triste banco, sus lágrimas caían una a una sobre su rostro gris y lleno de tristeza,tal cual pétalos de una rosa marchita cuando no ha tocado en gran tiempo una gota de
agua o un rayo de sol.

Aquel, la observaba fijo escondido tras la maleza. Obnubilado por su belleza, extasiado con su divinidad. Conmovido. Viéndole llorar por el esposo que ha marchado a la guerra.

Era ella su diosa, su musa y su todo, aunque irónicamente nada.
Atrapado en la hipocresía de saludarla sin sentir ganas de besarla, de tenerla en sus brazos y tocarla, a pesar de que quien estuviera con ella fuese su mejor amigo.

Como deseaba consolarla, ser el hombre por quien llorase o simplemente el paño que sostuviera sus lágrimas. Permaneciendo callado. Contemplándola en la inmensa profundidad de su tristeza.

Sintiendo con cada suspiro hacia aquel hombre como le
quebraba el corazón de inmediato.Marchó pero deseaba verla una vez más, un día más, cientos de días más, hasta que contar habría perdido sentido.

Esa mañana; el sol se levantaba imponente pero una nube gris permanecía sobre su cabeza. Una duda. Un anhelo. El llanto interminable de un deseo no cumplido.

Retumbando incansablemente. Haciendo eco. Hasta que no aguantó más aquel susurro constante. Aquella voz que no callaba. Aquella que lo empujaba a precipitarse hacia el abismo de un rotundo ¡no! a la fe de un posible ¡sí!

Se cansó de huir de su conciencia, de soportar aquella puñalada en el corazón y decidido pero temeroso, marchó al sigiloso encuentro con su amada.

Cuidadoso, dejó una rosa en el banco en el que cada mañana se sentaba a llorar aquella desolada mujer, acompañada por un pañuelo blanco y una nota que citaba: ¨El suelo no
merece tus lagrimas¨.

Asombrada, busca con su mirada al responsable quién presuroso se escabullía de nuevo entre la maleza. – ¿Dónde quedó tu valentía, inútil despojo de ser humano? se reprochaba,
sudoroso y latente, impotente y decepcionado. Mientras que el corazón le gritaba que saliera en busca de ella, su cabeza le hacía permanecer en aquel lugar. – ¿y es que cómo decirle que la amo cuando no he sido más que el visitante inoportuno? ¿Aquel, que solo sirve para amarle atrapado cobardemente en el silencio?

¿Cómo confesarle que la pienso? ¿Qué me entregaría en cuerpo y alma a sus deseos? ¿Que una sola palabra suya para mí sería orden y ley? He intentado olvidarla uniéndome a otra mujer, pero solo me he engañado a mí mismo, pues yo vivo y respiro por ella. Su simple presencia es el aliento que me da vida y olvidarla sería como entregarme a la muerte.

Entonces ¡no!, no quiero seguir atado a este cuerpo maldito que no me deja acercarme y declararle abiertamente lo que siento. Que no me permite desahogar este inmenso dolor. Antes, prefiero ser el viento que acaricia sus mejillas, el aliento que emana de su
boca, la brisa que baila sobre su pelo, el sutil viento que roza su piel y así, siendo nada,tocar su alma como nadie lo ha hecho.
Caminó hasta su casa la cual anunciaba un episodio lúgubre y funesto.

Desfilando por aquellas oscuras paredes. Anhelando un fin a su dolor y al mismo tiempo feliz porque de una manera u otra habría acabado con su dilema.Sirvió una copa de vino, tomo de ella y embarcándose en un acto de tragedia y resignación, clavó sobre su pecho una daga congelando su existencia en esa habitación.
Decidido ahora a ser el viento. Aquel que la toca sin temor al rechazo. El que con un soplo de aliento trae serenidad a su ser.
El tiempo pasó y aún triste caminaba aquella mujer, esta vez ante un escenario distinto.

Lágrimas recorrían su rostro. Cada paso intensificaba su dolor. Al llegar, sus rodillas débiles y cansadas tocaron súbitamente el suelo. Un atónito llanto que no terminaba de nacer le robaba el aliento asfixiando su corazón, hasta que arrancando del aire un suspiro e impotente al viento exclamó: -Te amo!

Besó una rosa roja y la dejo sobre su tumba. No se escucharon marchas fúnebres, ni honores, ni trompetas para aquel soldado sin uniforme. Bajo el suelo yacía derrotado en la más cruel de todas las batallas, aquella en la que se es vencido sin luchar.

Mientras marchaba, un sutil viento soplaba acariciando suavemente sus mejillas, bailando ligeramente sobre su pelo. Envolviéndole y acompañándole siempre. Siendo ella
su razón y su locura aún después de la muerte.
Autora: Nina Quino”

Dan/Sfd.

Si desea saber cual fue el escrito que motivo que el autor me enviara el presente le invito a visitar:https://sinfronterasdigital.com/2023/08/08/una-historia-muy-jocosa-pero-altamente-aleccionadora-el-dolor-de

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