En audio
|
Una historia muy jocosa, pero altamente aleccionadora “El dolor de no expresar nuestras necesidades”
Por Darío Nin. 08 08 2023
La historia que a continuación le comento parece un chiste, pero es real.
Mientras e Dr, Marshall Rosenberg, analiza en su obra sobre lenguaje no violento; ya en la parte que tituló “El dolor de expresar nuestras necesidades frente al dolor de no expresarlas”. Trae a colación una anécdota que le contó su madre sobre si misma cuando era una adolescente.
Después de explicar las circunstancias que rodearon a su madre durante su infancia, que era de escases y carencia económica,esta desarrolló una forma de restringirse, de no saber expresar sus necesidades, por tenor al reproche o a desconsideraciones de parte de sus demás hermanos.
En ese ambiente, según recrea, le surgió una necesidad que la satisfizo de una manera curiosa, extraña y dolorosa, pero que tuvo un final aún más desconcertante, pero risible.
Bueno… Voy a permitir que sea el propio Rosenberg que les cuente como me lo ha contado a mí y a los lectores a través de obra. Cito textualmente:
“Aprovechó la ocasión para relatar una anécdota que hacía referencia a una de sus hermanas, a quien habían operado de apendicitis y, como compensación, otra hermana le había regalado una hermosa cartera.
En ese momento mi madre tenía catorce años. Aunque no dijo nada, anhelaba secretamente el regalo de una cartera como la de su hermana.
¿Qué hizo? No se le ocurrió otra cosa que fingir un intenso dolor en el costado y seguir con la comedia. La llevaron a la consulta de varios médicos que, viéndose en la imposibilidad de emitir un diagnóstico, optaron por la cirugía exploratoria.
Mi madre había hecho una jugada arriesgada, pero le dio resultado, ya que consiguió que le regalaran una cartera idéntica a la de su hermana.
Pese al malestar físico causado por la operación, estaba encantada porque había conseguido la cartera tan anhelada. La atendían dos enfermeras, una de las cuales le introdujo un termómetro en la boca.
Como mi madre no podía decir más que: «¡Umm, umm!», mientras mostraba la cartera a la otra enfermera, ésta, creyendo que le estaba destinada, exclamó: «¿Es para mí? ¡Muchísimas gracias!». Y se apropió de ella. Mi madre se quedó desconcertada y no se atrevió a protestar diciendo: «¡No, la cartera no es para usted! ¡Devuélvamela, por favor!».
Esta historia revela hasta qué punto puede ser doloroso para las personas no manifestar a los demás cuáles son sus necesidades.
Supongo que esta lección le ha puesto a reflexionar, aunque le ha sacado una sonrisa. ¿Verdad…?
Quise enriquecer este escrito con una canción que solía escuchar cuando era niño (que no recuerdo del todo) pero que relata una tragedia de un hombre que antes la imposibilidad de conquistar un amor a quien nunca le declaro, opta por el suicidio y cuando la joven se entera de la causa de su muerte, manifiesta algo así “si me lo hubiese dicho, yo tambien lo amaba o estaba enamorada de él…”
“Aprendamos a manifestar adecuadamente, de forma precisa, nuestras necesidades”
Hasta la próxima
Dan