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MEDITACIÓN DIARIA

Servir a Dios con nuestros dones

No se pierda la alegría de servir de todo corazón a Dios y a los demás.

Mateo 25.14-30 

¿Ha intentado usted alguna vez hacer algo que no había hecho desde hacía tiempo, como manejar una bicicleta, tocar el piano o hablar francés? Tal vez se haya sorprendido al encontrarse tropezando un poco. Cuando no practicamos con regularidad una habilidad, podemos comenzar a perder destreza.

Del mismo modo, si no hacemos ejercicio con regularidad, perdemos fuerza muscular. Algunas máquinas comienzan a oxidarse y dejar de funcionar si no se usan. Los alimentos y los medicamentos tienen una vida útil limitada. Ya sabe lo que se dice: Lo que no se usa se atrofia.

No basta con identificar nuestros dones espirituales: tenemos que utilizarlos y ser buenos administradores de ellos. Dios nos dio los dones que tenemos con un propósito. La parábola de los talentos nos muestra lo que sucede cuando “enterramos” lo que Dios nos ha dado: no solo lo deshonramos, sino que también perdemos el gozo de cumplir nuestro propósito y experimentar la vida abundante que el Señor Jesús prometió (Jn 10.10).

Los padres se enorgullecen de ver a sus hijos crecer en mente y cuerpo a lo largo de los años. De la misma manera, nuestro Padre celestial se deleita al ver un corazón humilde dispuesto a servirle (Col 3.22, 23). No se pierda de este momento con Él: ¿cómo usará hoy sus dones para servir a su reino?

Parábola de los talentos

14 Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes. 15 A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos. 16 Y el que había recibido cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco talentos. 17 Asimismo el que había recibido dos, ganó también otros dos. 18 Pero el que había recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor. 19 Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos. 20 Y llegando el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos. 21 Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. 22 Llegando también el que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros dos talentos sobre ellos. 23 Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. 24 Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; 25 por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo. 26 Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí. 27 Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses. 28 Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos. 29 Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. 30 Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.

Dan/Sfd

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