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Por Darío Nin
Santo Domingo, 07 de septiembre 2023
La solidaridad es una hermosa palabra que en los discursos internacionales suena y resuena. La proclaman las grandes instituciones económicas globales, las grandes naciones y los organismos internacionales.
Si Cristo volviera a responder a sus discípulos como lo recoge Mateo 23:3- nos diría:” “De modo que hagan y observen todo lo que les digan; pero no hagan conforme a sus obras, porque ellos dicen y no hacen”
Y así hemos hecho en todos los tiempos: en el pasado, en el presente y muy probablemente en el futuro. Así como para todas las áreas.
Con relación Haití los dominicanos hemos hecho acopio de lo que ha dicho la madre Teresa, “Dar hasta que duela” hemos dado el derecho a la salud de los nuestro; si no, vaya a los hospitales maternos infantiles, Hemos dado la educación a costa de los nuestros; si no, vaya a las aulas pública en donde los padres dominicanos se quedan sin poder inscribir sus hijos porque cuando van ya las plazas están llenas con los hijos de nuestros vecinos a quienes ONG asesoran para que se inscriban primero (la Ciénaga Barahona en la escuela primaria de un curso de 29 estudiantes sólo 7 son dominicanos) en el uso sagrado a la igualdad y a no negación de ese derecho fundamental. Derecho al trabajo, vaya a la construcción o a los hoteles del Este o cualquier parte del país y…, para qué sigo contando si la práctica o la realidad no da tiempo a la elaboración de la teoría,
No tengo nada en contra nuestros vecinos haitianos, pienso que el principal derecho de un ser vivo es seguir viendo. Nadie está obligado a dejarse morir, pero tengo mucho contra la comunidad internacional y contra nosotros mismo, porque somos indolentes, insensibles con nuestra propia causa. O es que no nos damos cuenta que es lo que está APOSTADO EN NUESTRA DEJADEZ E INDOLENCIA HACIA NOSOTROS MISMOS
El artículo 26 de nuestra constitución aborda las relaciones internacionales de la República Dominicana, que no es más que las mismas de los demás países de la Región hacia esta, en sus incisos del 4 al 6 expresa:
“4) En igualdad de condiciones con otros Estados, la República Dominicana acepta un ordenamiento jurídico internacional que garantice el respeto de los derechos fundamentales, la paz, la justicia, y el desarrollo político, social, económico y cultural de las naciones. Se compromete a actuar en el plano internacional, regional y nacional de modo compatible con los intereses nacionales, la convivencia pacífica entre los pueblos y los deberes de solidaridad con todas las naciones;
5) La República Dominicana promoverá y favorecerá la integración con las naciones de América, a fin de fortalecer una comunidad de naciones que defienda los intereses de la región. El Estado podrá suscribir tratados internacionales para promover el desarrollo común de las naciones, que aseguren el bienestar de los pueblos y la seguridad colectiva de sus habitantes, y para atribuir a organizaciones supranacionales las competencias requeridas para participar en procesos de integración;
6) Se pronuncia en favor de la solidaridad económica entre los países de América y apoya toda iniciativa en defensa de sus productos básicos, materias primas y biodiversidad”
Pero esa misma constitución respondiendo a los ordenamientos internacioales establece el principio de Inviolabilidad de la soberanía y principio de no intervención al disponer en su artículo tres lo siguiente:
“La soberanía de la Nación dominicana, Estado libre e independiente de todo poder extranjero, es inviolable. Ninguno de los poderes públicos organizados por la presente Constitución puede realizar o permitir la realización de actos que constituyan una intervención directa o indirecta en los asuntos internos o externos de la República Dominicana o una injerencia que atente contra la personalidad e integridad del Estado y de los atributos que se le reconocen y consagran en esta Constitución. El principio de la no intervención constituye una norma invariable de la política internacional dominicana”.
Es esa soberanía la que hace que Estado como el de México, Chile, Brasil o Los Estados Unidos expulsen o impidan la entrada de ciudadanos haitianos, a sabiendas de la situacion que como país están pasando nuestros vecinos. (le invito a ver y escuchar el siguiente video)
Al combinar lo expresado ya, concluyo con que debemos seguir dando hasta que duela como ha sucedido, pero tengamos el cuidado de no dar tanto que nos demos a nosotros mismos de forma total y que ya no seamos; para dejar ser a otro por nosotros, que nos inmolemos para que el otro pueda vivir, mientras los demás que pueden, no quieren, no tocan ni con la punta de un dedo, sólo prescriben, recetan, dicen y no hacen. Sobre todo, cuando la solidaridad practicada es una solidaridad olvidada, por los que la reciben y por los que la deben y el pago recibido es como afilar cuchillo para nuestra propia garganta. Suena feo verdad, pero…
No, Asi nooo, Ni tanto que queme al santo…
Dan