El conocimiento es algo bueno. No hay nada malo en estudiar la doctrina, teología o historia de la Iglesia. Pero conocimiento y creencia no son lo mismo. Y ninguno de los dos por sí solo es nada sin confianza. Piénselo de este modo: si el amor de Dios es como el aire en nuestros pulmones, entonces nuestra confianza en Él es como el tejido que conecta nuestro cuerpo y mantiene todo unido.
Muchas personas consideran que la confianza es un concepto abstracto; pero, en realidad, se traduce en un cambio palpable de actitud. Las referencias en la Biblia a la confianza, fe o creencia suelen estar asociadas con una transformación notable.
Del mismo modo, cuando confiamos de todo corazón en Dios, a menudo se produce un cambio perceptible. Puede ser algo que ocurre dentro de nosotros más que en nuestras circunstancias. Pero cuando el amor de Dios provoca ese cambio, es probable que nuestra perspectiva cambie y repercuta también en nuestra vida cotidiana. Por ejemplo, es posible que las personas que nos rodean se sientan animadas por nuestra presencia y que nuestras reacciones abran la puerta a la paz en lugar de al conflicto.
Confiar en Dios suele comenzar en los momentos comunes y corrientes. A veces, el mayor cambio se desencadena por una acción tan sencilla como pedir ayuda al Señor. Dé hoy un paso hacia Él. Deje que le muestre que es digno de confianza.
7 Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová.8 Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto.