“Las maravillas del laberinto de la Cueva”

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“Las maravillas del laberinto de la Cueva”

Santo Domingo,18 de febrero 2024

Por Darío Nin.

Recientemente acompañé a una de mis hijas a una excursión que preparó su colegio a “La Cueva de las Maravillas”.

Ya la había visitado antes, por lo que ya tenía la seguridad, que es más que expectativa de las maravillas que encerraba la cueva.

El visitar esta cueva debe ser una experiencia que cada centro educativo debe incluir como parte de la formación extracurricular de sus alumnos. Y los padres, madres; abuelos o “abuelas jóvenes aún” deben aprovechar para tener una cercanía con sus hijos o nietos en un ambiente en donde el control sobre ellos no lo tiene él o ella ; si no, el colegio, la escuela o el centro educativo.

Es muy interesante la experiencia sobre todo cuando el hijo , la hija , el nieto o la nieta, sabe que estás; pero se le ha dejado su espacio tal cual si tú no estuvieras. ¡Es maravilloso! Conoces en esta experiencia; un “chin” más a tus hijos, a sus profesores, a sus compañeros. Insisto esto debe ser una actividad “obligada” para cada centro y los padres.

Sería bueno llamarle “eduquemos a tu hijo juntos; con la realidad o para la vida real. Bien…pero paradójicamente la gran lección de la cueva, no está dentro; sino después que se sale de ella. Sí ; así como lo has escuchado.

Una vez fuera y como último entretenimiento nos encontramos con un laberinto (literalmente hablando) . Ese laberinto hecho de malla ciclónica color verde cubierto en cada lateral y a lo largo de toda la verja, por una espesa vegetación se constituye en una gran lección para la vida.

Una vez que usted entra en él y que empezó a caminar por sus entramados, se va olvidando de por donde accesó y después de unos minutos, ha perdido la noción completamente y se enfoca en buscar una salida; ya sea por donde entraste o la que te imaginaste que existía.

Al cabo de diez o quince minutos en el lugar sin encontrar la salida, la frustración sale, le acompaña el agotamiento; el cansancio, la desesperación y sólo queda la esperanza de saber que en donde estás es un ambiente que está bajo el control de alguien quien de alguna forma irá por ti, más temprano que tarde. Como lo espera el cristiano de Dios .

Lo frustrante es que oyes las voces de tus compañeros gritar: ¡es por aquí! Para finalmente escuchar un nooo.ufs…

Vueltas y vueltas con la sensación que estás transitando las mismas sendas, pero no hallas la salida. De repente te “topas” con un “buen samaritano “de los que trabajan en este lugar y a él acudes para que empatice contigo; comprenda tu situación y por conmiseración te indique la salida.

Éste amablemente te dice hagan dos derechas y una izquierda . Agradece a medio camino y vas raudo y veloz, pues sólo aspiras a salir de aquel frustrante lugar en que por tu propia decisión te metiste y ahora te encuentras. Pero…, ¡oh, sorpresa! la orientación fue engañosa y sólo sirvió para confundirte aún más.

“Señor paren esto por favor” me dijo un niño de uno diez o doce años’ dos joven de 13 o 14 me pedían ayuda. Quiero salir!!!. Bueno…, le dije que me siguieran pues decidí orientarme hacia el lateral que ya no era parte del laberinto por el tipo de vegetación diferente.

Entendí que la misma entrada era la salida. La encontramos. Llegamos donde estaban los profesores a la salida en donde uno de ellos ya penetraba en búsqueda de los rezagados y frustrados que no lograban aún encontrar la salida por sí  mismos

Una de las jovencitas que quedaron por mas tiempo dentro fue mi hija Dana y quien no sabe cuando su compañera tomó un rumbo distinto y ella quedó “sola” en el laberinto.

Le he pedido que relate su experiencia y frustración . Al final yo la buscaba; aunque ya venía de la mano de alguien.

Ese es el laberinto de la vida… Ahí hay una lección adelantada que cada padre o maestro debe brindarle a sus hijos o a sus alumnos.

Nos volveremos a ver en el camino. Hasta la próxima. Bendiciones…

Dan

 

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