POBRES Y PROBRECITOS

POBRES Y PROBRECITOS

Por Jenny Matos

A Jehová presta el que da al pobre, y el bien que ha hecho, se lo volverá a pagar. Proverbio 19:17.

La economía global post-pandemia del Covid-19, ha llegado a ser una amenaza al sostenimiento de las familias menos afortunadas. (En realidad ya estábamos mal antes del Coronavirus). La sobrevivencia de los pobres ha estado en juego, no como un efecto colateral a la recepción de la Pandemia, sino por el modo sistemático a través de la reestructuración de nuestra visión del mundo, desde las bases más fundamentales de los miedos a la hecatombe. Las mayorías perciben el mundo desde la lupa del temor, de que debemos guardar pan para mayo y harina para abril, en caso de una catástrofe planetaria, y hasta tiene sentido todo esto.

Desde esta cosmovisión, es que muchos han dejado de lado “ayudar al pobre” y no nos hemos percatado, que si bien, el 2020 trajo un desastre, los pueblos se reinventaron y las manos que ayudaron vieron un florecer en su economía.

Debemos fijarnos en la mente, que al ayudar a un “Verdadero Pobre”, estamos haciendo un gran “negocio con Dios”, ya que a Él le prestamos; pero no con la intención de que el Señor nos devuelva, aunque es un efecto de la acción; sino hacerlo por amor. Porque nos parecemos a Dios cuando damos no cuando oramos, porque Dios no ora; es Dios, sin embargo, Dios si da. Amó Dios tanto al mundo que “dio” su hijo. O sea, que la mayor muestra de amar es dar y por eso el Padre nos dio a Jesús. Le damos a Jesús cuando al pobre damos provisión, dar es una forma fantástica de evangelismo.

Por otro lado, separemos a los pobres de los que se hacen los pobrecitos. Hay muchos vivarachos, que solo quieren los panes y los peces y no les gusta trabajar. Porque a los pobres siempre los tendréis con vosotros; y cuando queráis les podréis hacer bien; pero a mí no siempre me tendréis. Marcos 14:7. Lo que nos quiere decir, que dar no nos puede hacer perder la perspectiva y cargarnos. Hacer buenas obras debe ser un acto relajado y feliz, porque Dios ama al dador alegre, no al que da por manipulación. ¿Has visto que a veces dar mucho a alguien, se convierte en un problema, porque la gente te exige cómo que eres el responsable de sus necesidades? Debemos hacer el bien a todos, pero debemos hacerlo con sabiduría, a veces no es un pobre el beneficiado, sino uno que se hace el desvalido, y le quita la oportunidad a quien si necesita y lo valora.

Por otro lado, el libro de Malaquías, señala el enfado del Señor, contra los que juegan con el salario del jornalero (trabajadores), con los injustos con la viuda y al huérfano (que hoy equivalen a mujeres solas o abandonas e hijos desatendidos por el padre), y los que hacen injusticia al extranjero (porque no poseen papales le pagan mal los salarios), no teniendo temor de mí, dice Jehová de los ejércitos. Separemos a los pobrecitos, que están grandes y fuertes y concentrémonos en los pobres, estos últimos necesitan la mano amiga.

Gm/Sfd

SHARE