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“Contar el Dolor”  un llamado a la  conciencia colectiva para crear compromisos desde la empatía

Por Darío Nin

“Contar el dolor” es un llamado a detenernos a observar, a reflexionar, pero, sobre todo, a actuar. (Y.G)

Sensibilidad y compromiso profundos mostró el  INDOTEL,  al requerir al consagro aunque aún joven artista de la plástica  Yussep García, para que organizara o articulara la exposición de pinturas  “Contar el Dolor”.  Una impactante reflexión visual sobre la violencia de género en la República Dominicana y por qué no, en el mundo.

El objetivo de la exposición según la institución es visibilizar una de las problemáticas más urgentes y dolorosas de nuestra sociedad, al mismo tiempo  generar un espacio de diálogo, empatía y transformación a través del arte. Es indiscutible que el arte tiene la capacidad de narrar lo que muchas veces las palabras no logran expresar.

Obra por obra  son eslabones de una gran escalera  que lleva a ese escenario y testimonia durante el camino.  Es una voz que grita desde el alma de cada artista su impotencia y su indignación, la que  denuncian al mundo a través de cada espectador que la interpreta y se sumergen en la imaginación empática de no solo oír o , sino, sentir el dolor mezclado con la impotencia, de quien lo experimenta, de quien lo cuenta y quien lo visualiza.

Los artistas participantes han plasmado desde perspectivas diversas las complejidades y  las heridas que deja la violencia de género, invitándonos a mirar de frente una realidad que no podemos ignorar por más tiempo.

El espacio  donde orbitan estas obras luminosas por finitos días es el Centro Cultural  del INDOTEL en la ciudad Colonia, antiguo palacio de las comunicaciones, cercano a Plaza España.

Por las venas de los artistas ha circulado empáticamente, reiteramos, el dolor ajeno en género propio y distinto. Para contarlo se dieron cita en espacio y tiempo separados, pero en la misma órbita eclíptica. Yussep García, quien tuvo el arte de juntar la obra y los artistas  en colaboración con  Maikel Muiño, quien nos comunica que “ Cada estilo artístico refleja el arte con rasgos similares durante una etapa de tiempo. El arte es un fenómeno de expresión que manifiesta características de la época en la que surge; la violencia contra la mujer, en el arte, ha trascendido a través de los años. “La violencia es tema que el arte contemporáneo aborda en numerosas ocasiones con lenguaje y modalidades diferentes”

En la exposición esos lenguajes y modalidades se hicieron carne en “ Mala semilla”  de las profundidades “almística” del  médico, artista del alivio del dolor  Rubén Carrasco, de  “ La esperanza perdida” hija de Rubén González Pineda. Esperanza que renació en este día con el afinamiento de los oídos de José Gómez Pichardo  que ha sido capaz de escuchar   “El sonido de la lágrima” o Rafael De Lemos, quien se sentó a escuchar el clamor de ellas al decirle “Quédate con nosotras” y el consuelo que de su alma salió al consolarlas como  diciéndole  tranquilas, calma  “Que al final todo pasa”

En una dimensión holística y como bajando del cielo a socorrer a quienes viven un infierno, aparece Ángel Villalona, quien en  sus expresiones cual si fueran “lenguas angelicales les dice desde la profundidad del “intelecto artístico” “Rigoise” , “Nutte Grigia” llegando en un momento, su “Noche Gris” que retrata una infinita noche de insomnio gris que reclama con vehemencia la llegada del Alba.

Como hada madrina de un conglomerado de cenicientas, desde el sur  fecundo aparece Adria Meran,  no sé si por aire, con alas o por el rio con aletas y cual si fuera bruja  buena,  intenta cambiar el dolor manifestado a su visión en torrente  de lágrimas amarga y  saladas, en riachuelos de “Lágrimas blancas” inodoras, incoloras  e insípidas, en  un torrente de agua potable capaz de dar y preservar la vida.

Sin embargo Junior Reyes Ocre, quien entro a Nagua desde ninguna parte, y salió cuando pudo, no quiere el agua en esta ocasión en donde el paladar ha quedado amargo por la sequedad de la sal de las lágrimas, como cuando el mar penetra a tierra y lacera todo, por esto, y, por  la sangre que la han provocado; en consecuencia, él propone elevar la imaginación y transformarlo en una” malteada de fresa” de las sembradas y cosechadas en las frescas temperaturas de Jarabacoa y Constanza.

Alguien llega dispuesto a luchar también, pero viene con  el “Corazón herido”, gritando a todo pulmón que “Aunque el corazón esté oprimido siempre hay espacio para la liberación”.  El llegado es Joaquín, quien no le canta al dolor como su tocayo sabina, pero trae consigo  desde su avistamiento del mundo un “rosario” de emociones.

Fue tanta la sinergia en aquel lugar, que el todo fue más que la suma de las partes, y se hizo la magia de la empatía y el compromiso, pues, se sintió el dolor ajeno contado como propio y  una vez más el arte nos hizo solidario,  como lo manifestó allí también Joel Gonell, quien nos ha dicho que el asunto no termina en la exposición que muy a lo contrario, debemos tener  la piel sensible al dolor ajeno, lo mismo que al propio y estar muy atentos a los “Signos y señales de violencia” y haciendo señas con las manos como diciendo ven, ven, hace que de la multitud se desprenda Wilkins Terrero, que desde la roja tierra de la bauxita, nos dice con un lienzo que produce imaginaria melodía, que “La música cura”

Al final, final  el autor de esta reseña habló por invitación de quien habló al principio  y después de quienes teniendo cosas que decir, la dijeron, y éste solo dijo:  “que hay que ser gran artista para transformar lo grotesco del dolor en admirables obras de artes”

Nos volveremos a ver en el camino. Hasta la próxima. ¡Que Dios nos continúe bendiciendo!

DNSFD15022025 SJPR

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