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Por Darío Nin

 

En el liderazgo, la capacidad de comunicación es fundamental. La oratoria, como herramienta poderosa de expresión, no solo permite transmitir mensajes claros y precisos, sino que también proyecta seguridad, confianza y preparación. Sin embargo, hemos visto cómo personas en posiciones de alto poder social y político, a pesar de su preparación teórica, caen en la trampa de una oratoria deficiente.

Un discurso mal articulado, con fallas en la dicción, entonación o estructura, no solo pierde fuerza, sino que transmite una sensación de inseguridad que puede cuestionar la autoridad y el liderazgo de quien lo pronuncia.

Las personas que escuchan a estos líderes con expectativas de fortaleza y claridad, muchas veces se sienten decepcionadas cuando lo que reciben es una comunicación vacía, sin sustancia ni coherencia. Un discurso falto de preparación puede hacer que incluso las mejores ideas queden opacadas, al no lograr el impacto esperado.

La oratoria no es solo una habilidad técnica, es también una herramienta estratégica que construye la imagen de un líder ante su audiencia.

Es imprescindible comprender que una buena oratoria no se limita a la habilidad de hablar en público, sino a la capacidad de conectar con los demás a través de un discurso bien estructurado y cargado de contenido significativo. La dicción, la lectura en voz alta y la entonación adecuada son factores esenciales para que el mensaje llegue con claridad

Un líder debe saber cómo modular su voz, dónde hacer pausas, cómo enfatizar lo más importante y cómo sostener el ritmo del discurso para mantener la atención de su audiencia.

La preparación en este aspecto no debe tomarse a la ligera. No basta con poseer un gran conocimiento de los temas; un buen líder debe ser capaz de transmitir ese conocimiento de manera efectiva.

La oratoria requiere práctica, dedicación y, en muchos casos, el asesoramiento de expertos. No se debe escatimar en esfuerzos ni recursos para dominar esta habilidad. La solidez de un líder, su capacidad para inspirar confianza y respeto depende en gran medida de cómo comunica sus ideas.

Por lo tanto, hago un llamado a quienes ocupan cargos de liderazgo: no subestimen la importancia de una oratoria adecuada. La forma en que se expresan puede marcar la diferencia entre el respeto genuino y la duda sobre su capacidad.

El poder de un buen discurso radica en su capacidad para conectar, motivar y, sobre todo, transmitir la certeza de que el líder está preparado para afrontar los retos que se le presentan. La oratoria es la herramienta que transforma el conocimiento en acción, y, por ende, en confianza colectiva.

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