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Por Joaquín Núñez
Este año leemos a san Lucas que ilumina el día Santo del Cuerpo y Sangre de Jesús. Tradicionalmente descrito como la ”multiplicación de los panes y los peces”. Los biblistas quieren borrar esa definición que no tiene nada de multiplicación y mucho menos de milagro.
Si releemos el versículo 11b “…Jesús se puso a hablar al gentío sobre el Reino de Dios y curó a los que lo necesitaban. ”Concluye el versículo e iniciamos los versículos 12 al 17. “…caía la tarde”, fin de la jornada. Como siempre habla del Reino, de los tiempos nuevos que Él ofrece, hay un gran gentío; hoy somos mil doscientos millones que oímos hablar de Reino, el que pedimos todos los días en el “Padre nuestro”, tan de carrerilla que pedimos sin saber.
“Dadles vosotros de comer” les dice a los Apóstoles, que le piden, que despida a la gente para que compren de comer y donde alojarse. Ya san Agustín nos dice sobre esta frase, que no solo necesitan vivienda y comida para el cuerpo. Hoy encontramos las mismas necesidades que hay que solucionar fruto de una sociedad insolidaria, empezando por sus gobernantes.
Para Jesús hay dos realidades, el mundo antiguo que se ha ido corrompiendo, donde hay ricos Epulones, Zaqueos ladrones o Mateos recaudadores, donde Zaqueo y Mateo dan el salto al Reino nuevo de Jesús, y donde los Epulones amasan riquezas a costa del hambre de tantos Lázaros.
En los evangelios encontramos seis narraciones iguales, Lucas, a quien hemos escuchado hoy y nos sitúa en Betsaida, cinco apóstoles nacieron allí. Hemos de releer a san Juan cap.6:35-59. donde Jesús afirma que él es el Pan de Vida, “él que viene a mí, nunca tendrá hambre, nunca tendrá sed”. Este fragmento joaneo nos hace comprender los otros de Marcos, Mateo y este de Lucas. Donde o son siete o son cuatro mil, lo importante son una totalidad los alimentados y las sobras, muchas siendo tantos los comensales. San Agustín nos advierte con la cita de San Pablo (Cor. 11:29) “el que come y bebe indignamente, come y bebe su propia condenación” recordando a Judas que después de cenar (comulgar), salió a vender a Jesús. A nosotros nos queda hoy el recordar, con caridad, a los que comulgan sin saber o, sin una preparación debida.
Cinco panes y dos peces le presentan los apóstoles; piensan como nosotros, que haga un milagro; Jesús propone otra cosa, propone la solidaridad, que se produzca el milagro de nuestro compromiso. Vivimos en un mundo que Dios creo como bueno, tiramos todos los días miles de toneladas de comida a la basura, según estadísticas, miren, queremos solucionar el problema con limosnas, convirtiendo este mundo en una cultura de pobres, sin dar solución a nada.
La solidaridad pretendida por Jesús en este Evangelio, nos dice que en este mundo creado por Dios, como una cosa buena, nosotros tenemos que corresponder con nuestra conversión a un sociedad más justa. Sobran doce cestas en san Lucas, siete y cinco en los otros evangelistas que indican más de lo necesario. Se dice que Jesús era un utópico, y hoy también lo somos nosotros en el mundo que vivimos. No por eso hemos de sentirnos fracasados.
Lo hermoso de Lucas es el final del evangelio con los gestos de Jesús, dónde adivinamos la realidad eucarística: “alzó la mirada al cielo”, “pronunció sobre ellos”, “los partió y se los dio”, lo mismo que hizo que los de Emaus descubrieran a Cristo resucitado.
Bendigamos nuestros alimentos como acción de gracias al Señor y como reconocimiento de su generosidad creadora.
Feliz día de Corpus et Sanguis Christi, en especial a los cofrades de la Sangre de Cristo. Que el Señor nos bendiga.
El Prior de la Sangre.