Notas al evangelio de Lucas 10, 1-12, 17-20.

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Por Joaquín Núñez

En realidad, es el método y urgencia que Lucas propone para siempre siguiendo las enseñanzas de Jesús. El lenguaje es propio e inteligible para sus oyentes directos, pero no para nosotros. Es urgente aclararnos qué significa cada palabra.

Primero: “Designó otros setenta y dos”, “hubo antes doce”, “ y los mandó por delante”, como inicio de una comunidad cristiana, de dos en dos, “donde pensaba ir él”; el significado de setenta y dos, es el resultado de un múltiplo de tres, los tres hijos de Noe: Jafet, cuyos descendientes son los gentiles; Cam, cuyos descendientes incluyen a los cananeos, y Sem, de quien desciende Abran, y de él el pueblo de Israel, que vivió en Úr de los Caldeos, donde vivió con su padre Terán.

Dios le cambio el nombre por Abraham. De estos tres hijos de Noé se llena la tierra. Indica, pues, la universalidad a quien se destina la Palabra de Jesús.

“La mies es abundante… rogad al dueño de la mies que mande obreros a su mies”. Siempre he considerado blasfemo hacer a Dios responsable de la Historia. La palabra “rogad” hay que traducirla como ponerse en la mirada de Dios, situarse en paralelo con él y ver y saber que quiere Dios para cumplir su voluntad, saber discernir qué debo hacer ante “esa mies que es mucha”, que ya está en sazón para la cosecha, que nos hemos de responsabilizar de los demás.

“Os mando en medio de lobos”. En el Padre nuestro concluimos: “no nos dejes caer en la prueba” (hemos traducido mal cuando decimos: “en la tentación”). Los lobos son: la “talega, la alforja, las sandalias, y mil inventos que nos impiden caminar saludando a derecha e izquierda para justificarnos.
(Lo demás en el comentario)

Comentario al evangelio del domingo XIV del tiempo ordinario ciclo C, Lucas 10, 1-12, 17-20.
Reiniciamos el tiempo ordinario en el que el sacerdote usa paramentos de color verde.
San Lucas, plantea a su comunidad una catequesis, que nos la transmite a nosotros, los que hoy somos aquellos setenta y dos enviados a llevar el mensaje de Jesús al mundo entero.

Siempre he creído que el mejor método y el mejor pedagogo está en el evangelio. “vosotros me llamáis Maestro y decís bien porque lo soy”( Juan 13,13-14). Los Setenta y dos somos nosotros. Y hemos de estar atentos para ver a qué nos llama Jesús. Para tomar el camino que nos acerca a los demás, a esa mies que está en sazón, para llevar al granero del Señor una cosecha de peces salvados de la muerte en la pesca milagrosa, o una buena cosecha del mejor vino, dando un fruto dulce, del buen sarmiento cogido a la Cepa que es Cristo, o haciéndonos todos mansos y humildes, como nos manda Jesús, para ser hijos de Dios, porque trabajamos por La Paz.

El Papa León, cuya característica es la mansedumbre y la humildad aprendida en la misión, para él fue en Perú donde le llevó la Providencia, para nosotros la misión no está en el Perú. Él fue misionero allí y es misionero aquí, su misión es acercar a Dios al que tiene delante, hoy al mundo entero.

La misión y el camino es para cada uno de nosotros nuestra propia historia y circunstancias, aquellos que necesitan nuestro testimonio de fe hecho caridad en el trato y en nuestra atención.

No hemos de convertir a “cristazos”, quieras o no quieras, a la trágala, no, en último término no salvamos nosotros, el Salvador es Cristo y aquel quien se enamora de Él, aquel que canta con el poeta:
No me mueve Señor para quererte…

Muéveme, en fin, tú amor, y en tal manera
Que aunque no hubiera cielo, yo te amara
Y aunque no hubiera infierno, te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera
Pues aunque lo que espero no esperara
lo mismo que te quiero, te quisiera.

Esta es la más hermosa actitud de un amor agradecido y gratuito.
Nuestro saludo ha de ser siempre de Paz, nuestra relación ha de ser sin ningún tipo de avasallamiento, ni de querer ser el poseedor de la verdad. Que nunca digan que nuestros desprecios son insultantes, pero si de un recuerdo: que el Reino de Dios está cerca.
San Lucas usa palabras suyas, como nosotros también, que nunca pronunció Jesús y de las que hemos de olvidar y argumentar como lo haría Jesús.

Podemos terminar esta reflexión con la alegría de una vuelta exitosa contra tantas dificultades y abandonos, nuestros propios diablos. Contra tantas prisas, como si el éxito fuera para nosotros, o para la Iglesia, el éxito ha de ser para quien Jesús le dirá “baja Zaqueo hoy quiero comer contigo”

Hoy quiero terminar con la alegría serena, con el estilo sincero y generoso del Papa León XIV. Que La Paz de Cristo Resucitado nos llene de su gracia.

El Prior de la Sangre.

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